WASHINGTON. Estados Unidos estableció el martes las primeras normas nacionales sobre emisiones de carbono de centrales energéticas, con miras a reducir la quema de carbón, considerado uno de los grandes culpables del cambio climático.
Tras más de un año de deliberaciones, el gobierno del presidente Barack Obama dijo que las reglas sólo se aplicarán a futuras instalaciones y allanó el camino para más plantas de carbón si éstas se modernizan.
Lisa Jackson, jefa de la Agencia de Protección Ambiental, dijo que aprobaba la normativa con la esperanza de “mejorar las vidas de nuestros hijos y de los hijos de nuestros hijos” y para alentar el liderazgo global de Estados Unidos en energía limpia.
“Sabemos que el impacto potencial del cambio climático afecta todo, desde el turismo a la agricultura y dejará una huella ambiental y económica extraordinaria si se le permite actuar sin control”, dijo a periodistas en una conferencia telefónica.
Jackson dijo que después de un período de gracia de 12 meses para las plantas en construcción, la agencia no permitirá que las centrales energéticas emitan más de 1.000 libras (454 kilogramos) de contaminación de carbono por megavatio-hora.
El gas natural genera un poco menos que eso, pero las plantas de carbón estándar emiten cerca de 1.800 libras por hora. Las energías renovables como la solar y la eólica, junto con la energía nuclear, producen mucho menos.
La generación de electricidad en la mayor economía del mundo es responsable del 41% de las emisiones de carbono del país, que los científicos atribuyen al aumento de la temperatura global y al cambio climático.
El gobierno de Obama se ha comprometido a reducir las emisiones de carbono de Estados Unidos, pero sus esfuerzos enfrentan la fuerte oposición de la industria y del opositor Partido Republicano, muchos de cuyos miembros cuestionan que exista verdaderamente un cambio climático como afirman los científicos.
Las propuestas de los aliados de Obama para establecer un sistema nacional para frenar las emisiones de carbono no han prosperado en el Congreso.
Las negociaciones lideradas por la ONU sobre un nuevo acuerdo mundial sobre el clima tampoco han progresado mucho, con China -que ha superado a Estados Unidos como el mayor emisor de carbono- exigiendo un mayor compromiso estadounidense.
Los republicanos han sido muy críticos con la EPA, a la cual intentaron quitarle atribuciones, desde que esta agencia anunció por primera vez en diciembre de 2010 que comenzaría a regular las centrales energéticas.
La Corte Suprema dictaminó en 2007 que la agencia tiene autoridad para regular las emisiones de dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero según la legislación vigente.
El carbón es una de las áreas políticamente más sensibles debido a su impacto en el empleo. El carbón aporta casi 50% de la energía de Estados Unidos -más que cualquier otra fuente-, pero representa el 81% de las emisiones de carbono procedentes del sector eléctrico, de acuerdo con datos del gobierno.
Jackson se apresuró a decir que el gobierno de Obama no descarta el carbón como fuente de energía a futuro.
Aclaró que que la EPA permitirá que las nuevas plantas de carbón mantengan las emisiones por encima de los límites si los operadores coinciden en que el nivel estará en promedio por debajo del umbral de 1.000 libras en un período de 30 años.
El gobierno de Obama ha apoyado la investigación en una técnica llamada captura de carbono, que frena las emisiones procedentes de la combustión de carbón. Algunos ambientalistas han cuestionado esos esfuerzos, considerándolos costosos y no probados.
Los partidarios de los esfuerzos para combatir el cambio climático saludaron la nueva normativa de Estados Unidos, pero dijeron que las regulaciones con el tiempo tendrán que incluir las plantas existentes.
“Las plantas existentes representan una oportunidad significativa para mejorar la eficiencia y reducir las emisiones estadounidenses de gases de efecto invernadero”, dijo Kevin Kennedy del Instituto de Recursos Mundiales.