EE.UU. devuelve a Filipinas tres campanas, trofeo de una guerra de hace 120 años

MANILA. Estados Unidos devolvió este martes a Filipinas unos trofeos de guerra confiscados hace más de un siglo, entre ellos tres campanas incautadas en una iglesia, un gesto que busca cerrar un doloroso capítulo de la historia de los dos países.

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Manila llevaba décadas reclamando el retorno de las campanas de Balangiga. Su restitución llega en un delicado momento para las relaciones entre el archipiélago y Estados Unidos, ante la voluntad del presidente Rodrigo Duterte de acercarse a Pekín.

“Devolver las tres campanas es lo que había que hacer”, dijo el embajador de Estados Unidos en Manila, Sung Kim, en una ceremonia de restitución celebrada en el aeropuerto de la capital filipina. Las campanas llegaron a bordo de un avión militar estadounidense a un aeropuerto de Manila, donde se habían reunido responsables de ambos países.

“Es para mí un gran honor cerrar aquí este capítulo dolorosa de nuestra historia”, añadió el embajador. Las campanas, de 272 kilos de peso dos de ellas y de 136 kilos la tercera, habían sido arrebatadas de una iglesia de Balangiga, una localidad de la isla de Samar, en el centro-este del archipiélago, durante una expedición punitiva del ejército estadounidense durante la guerra filipino-estadounidense (1899-1902).

El 28 de septiembre de 1901, rebeldes filipinos armados con machetes mataron a 48 soldados estadounidenses durante un ataque sorpresa, para el que las campanas habrían dado la señal de asalto.

En represalia, el general Jacob Smith ordenó que la isla de Samar se convirtiera en un “desierto de alaridos” y que se ejecutara a todos los hombres filipinos de más de diez años. Miles de filipinos fueron asesinados. Balangiga quedó arrasada y las campanas fueron tomadas como trofeo de guerra. Filipinas, una colonia española desde el siglo XVI, fue vendida a Estados Unidos en 1898 tras la guerra hispano-estadounidense.

El país se independizó en 1946. Dos de las campanas estaban expuestas en Wyoming, en un memorial para los soldados estadounidenses caídos en combate, y la tercera en una base militar norteamericana en Corea del Sur.

“Ha llegado la hora de sanar, es hora de pasar página, es hora de mirar hacia delante como deben hacerlo dos naciones con una historia compartida y dos aliados”, dijo el ministro filipino de Defensa, Delfin Lorenzana. “Después de 117 años, las campanas volverán a sonar” .

La restitución fue polémica en Estados Unidos, donde algunos veteranos de guerra y miembros del congreso las consideraban un símbolo de homenaje a los estadounidenses muertos en combate. Los filipinos las ven en cambio como un símbolo de la lucha por la independencia.

Manila empezó a reclamar la restitución de las campanas en los años 1990. Todos los presidentes apoyaron la reivindicación, así como la iglesia católica. En 2017, el presidente Duterte, pidió en Washington que Estados Unidos devuelva las campanas de Balangiga porque “no les pertenecen” .

Poco después de llegar a la presidencia, en 2016, Duterte había mostrado su intención de romper con su antigua potencial colonial y poner fin a la disputa con Pekín en torno al mar de China meridional. La restitución fue posible en parte gracias a que importantes asociaciones de veteranos estadounidenses dejaron de oponerse a la devolución de estos trofeos.

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