Es una decisión que sigue la línea de los dictámenes emitidos por tribunales en numerosos estados desde las dos históricas sentencias de la Corte Suprema en este sentido el pasado mes de junio.
La decisión de la jueza Arenda Wright Allen, que no tendrá efecto hasta que se presenten y resuelvan las apelaciones, llega después de sentencias similares en estados incluso más conservadores como Oklahoma y Utah.
Las parejas homosexuales de Estados Unidos pueden casarse en 17 estados y el Distrito de Columbia (donde está la capital, Washington), y en 24 hay demandas pendientes para legalizar los matrimonios entre personas del mismo sexo.
El progreso en los derechos de los homosexuales en Estados Unidos no sólo se debe a la mayor aceptación de este tipo de uniones por parte de la sociedad, algo que evidencian los sondeos, sino sobre todo a dos fallos históricos en este sentido que emitió el Tribunal Supremo el año pasado.
En junio, el Supremo tomó dos resoluciones sin precedentes sobre el matrimonio homosexual que, por un lado, permitieron a las parejas del mismo sexo ya casadas recibir reconocimiento y beneficios fiscales a nivel federal, y por otro, que las bodas gais en California pudieran volver a ser legales.
Fueron dos decisiones muy ajustadas, por votaciones de 5 a 4 ambas, y celebradas tanto por cientos de personas a las afueras del Supremo en Washington como por el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, políticos demócratas y activistas pro derechos de los homosexuales.
En el caso de Virginia, como en otros recientes sobre el mismo tema, la jueza argumentó que la prohibición del matrimonio homosexual viola los derechos constitucionales a la protección igualitaria y el debido proceso.
“La ley de Virginia existente es inconstitucional porque niega a los homosexuales el derecho a la libertad fundamental de elegir casarse”, concluyó la jueza en su argumentación.