La carta de cuatro páginas es una respuesta al fundador del diario Eugenio Scalfari, quien en varios artículos dirigía al pontífice algunas preguntas en nombre de los que como él “son no creyentes y no buscan a Dios”.
“Hay que tener en cuenta -y es algo fundamental- que la misericordia de Dios no tiene límites si se le dirige con el corazón sincero y arrepentido, la cuestión para quien no cree en Dios es obedecer a su propia conciencia”, responde así Francisco a la pregunta de Scalfari sobre si el Dios de los cristianos perdona a quien no cree.
“Escuchar y obedecer (a la conciencia) -explica Jorge Bergoglio- significa decidir ante lo que se percibe como el bien o como el mal. Y sobre esta decisión se juega la bondad o la maldad de como actuamos”.
Sobre el tema de fe y laicidad que le había propuesto Scalfari, el papa Francisco asegura que “ha llegado la hora de un diálogo abierto y sin preconceptos que reabra las puertas para un serio y fecundo encuentro”.
El papa argentino responde a otros temas presentado por Scalfari como si “es pecado o un error” creer que no existe “un absoluto” y sobre ello expresa que tampoco para quien cree se puede hablar de “verdad absoluta”, pues “la verdad, según la fe cristiana, es el amor de Dios por nosotros en Jesucristo y por tanto la verdad es una relación”.
“Cada uno recibe la verdad y la expresa a partir de si mismo, de su historia, de su cultura y de la situación en dónde vive”, añade.
Sobre si con la desaparición del hombre de la tierra, desaparecerá también el pensamiento capaz de pensar en Dios, Francisco responde que “la grandeza del hombre es poder pensar en Dios”, pero que "Dios no depende de nuestro pensamiento" y cuando termine la vida del hombre sobre la Tierra "el hombre no terminará de existir y, en un modo que no sabemos, tampoco el universo creado con él".
El Papa explica que "sin la Iglesia" nunca habría encontrado a Jesús y agrega que "el inmenso don de la fe está conservado en recipientes de arcilla de nuestra humanidad".
Bergoglio también hace referencia a los "hermanos judíos", de quien asegura "han conservado su fe en Dios y por ello nunca se les estará lo suficientemente agradecidos como Iglesia y como humanidad".
El papa Francisco termina su carta asegurando que "la Iglesia, a pesar de toda su lentitud, las infidelidades, los errores y los pecados que puede haber cometido y que puede todavía cometer a través de aquellos que la componen, no tiene otro sentido que el de vivir y dar testimonio de Jesús".