Cargando...
BEIRUT. Desde el inicio de la campaña militar rusa en 2015 –para venir en ayuda de un régimen sirio en serias dificultades ante los rebeldes y los yihadistas–, las tropas del presidente Asad se han recuperado. Ya controlan un 52% del territorio, donde viven más de las dos terceras partes de la población, según el geógrafo francés especialista en Siria, Fabrice Balanche.
El resto del país está dividido entre facciones rebeldes debilitadas, el grupo Estado Islámico (EI) y, sobre todo, las fuerzas kurdas en el norte y noreste (25% del territorio). Para los analistas, está claro que el régimen de Damasco está ganando la batalla.
Posible salida de Asad
El régimen ganó indiscutiblemente la guerra desde el punto de vista estratégico, sostienen analistas, ya que nadie exige ahora su salida como condición previa. Pero alertan de que “la insurrección puede proseguir durante varios años” con “yihadistas o no yihadistas”.
Todos los esfuerzos han sido hasta ahora vanos para acabar con este conflicto, que se inició en 2011 con manifestaciones pacíficas prodemocracia y contra el régimen de Asad, y ha dejado desde entonces más de 330.000 muertos.
La familia Asad lleva 40 años gobernando con mano de hierro el país. Bachar, el hijo, sucedió a su padre, Hafez, en el año 2000.
Han fracasado varias sesiones de negociaciones intersirias supervisadas por la ONU. Una nueva ronda de negociaciones está prevista el 28 de noviembre en Ginebra.
Estas negociaciones quedan además eclipsadas por las que se llevan a cabo en Astana, organizadas por los aliados del régimen; Rusia e Irán, junto a Turquía, que apoya en cambio a la rebelión.
Pese a algunos avances, estas conversaciones se han topado siempre con un principal punto de desacuerdo: el futuro de Asad. La oposición ha pedido que se fuera, lo que rechazan categóricamente el régimen y sus aliados.
El Presidente sirio sigue asilado, ya que ninguna gran capital occidental ha restablecido relaciones diplomáticas. Recientemente el secretario de Estado norteamericano Rex Tillerson afirmó que el “reino de la familia Asad” llegaba “a su fin” , tras un informe de la ONU que lo acusa de un ataque con gas sarín que dejó 87 muertos.
Sin embargo, las cancillerías ya no piden tan claramente la salida de Asad, como fue el caso en los primeros años de la guerra. “El ambiente en Europa ha cambiado considerablemente”, opina Karim Bitar.
Los kurdos
Esta nueva situación del régimen tiene el inconveniente de su “extrema dependencia” ante sus padrinos, Rusia e Irán.
Expertos consideran que estos aliados iraní y ruso no dejarán que Damasco tome grandes decisiones sin ellos.
A nivel interno se va a plantear –además de la ardua reconstrucción del país– la cuestión de los kurdos.
Los kurdos, una minoría nacional que vive en Siria y otros países de la región, se unieron a la lucha para defender sus poblados y acabó convirtiéndose en importante protagonista en esta guerra, luchando a la vez contra el Gobierno y los islamistas.
Esta minoría, que fue reprimida por el régimen de Damasco, ha logrado durante el conflicto establecer una semiautonomía, a la que no está dispuesta a renunciar ahora.
Las fuerzas kurdas están también en primera línea de la lucha contra los yihadistas. Pero difícilmente Damasco estaría dispuesta a aceptar una autonomía kurda.
Atroz ataque
Un reporte de las Naciones Unidas determinó que el gobierno de Bachar al Asad es responsable del atroz ataque con gas sarín ocurrido en Siria y que dejó más de 80 muertos el pasado abril. Pero el régimen de Damasco negó las acusaciones.
“Falsificaron la verdad y deformaron las informaciones exactas sobre lo que ocurrió", sostuvo el gobierno sirio.
El secretario de Estado estadounidense, Rex Tillerson, tras conocerse el informe de la ONU, afirmó que el Mandatario sirio no tiene papel que jugar en el futuro de Siria.
“Pensamos que no hay un futuro para el régimen de Asad y la familia Asad”, dijo Tillerson.