Desmonte y represas ocasionan inundaciones

La deforestación para el cultivo de soja y las represas son las culpables de las severas inundaciones que azotan Brasil, Paraguay y Argentina con unos 700.000 afectados, denunció este miércoles la Fundación Vida Silvestre en Buenos Aires.

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“Los desastres naturales registrados en el último mes son fruto del corrimiento de la frontera agropecuaria, la conversión de bosques en tierra para el monocultivo y las hidroeléctricas” , afirmó la entidad en un comunicado.

Las crecidas de los ríos Paraná, Paraguay e Iguazú dejaron 11 muertos y unos 700.000 afectados especialmente en zonas ribereñas, aunque este miércoles las aguas llegaron a la capital paraguaya.

En los últimos años, en los tres países, se produjo el desmonte de miles de hectáreas para el cultivo de soja, que se ha transformado en el ’oro verde’ de la región.

“La deforestación de las márgenes de grandes ríos y arroyos en el Alto Paraná para el monocultivo, principalmente de soja en Brasil y Paraguay, hacen que la tierra pierda su capacidad de absorción y el agua escurra, arrastrando sedimentos, directamente a los cursos de agua”, señaló la organización conservacionista.

A este fenómeno se suma “la existencia de varias represas sobre los cursos de agua, en su mayoría en territorio brasileño, que alteran el régimen hídrico de los ríos”, según la entidad.

Al respecto, la entidad explicó que cuando las lluvias superan los límites de seguridad establecidos las hidroeléctricas se ven obligadas a liberar gran cantidad de agua generando inundaciones en las zonas bajas.

El fenómeno impactó en todo el trayecto de los ríos mencionados, con 11 muertos y más de 700.000 afectados en Brasil y 200.000 evacuados en Paraguay, mientras que 12.000 personas tuvieron que abandonar sus casas en Argentina.

El crecimiento del río Iguazú obligó a comienzos de junio a cerrar uno de los principales circuitos turísticos de Argentina, el de las Cataratas del Iguazú, cuyos saltos quedaron prácticamente desaparecidos por la altura y la turbulencia de las aguas.

En la zona de Iguazú, se trató de la mayor crecida luego de la de 1998, cuando el agua arrasó con gran parte de las pasarelas y rampas de acceso del circuito turístico.

Ante esta situación, Vida Silvestre propuso “dar seguimiento y solicitar el cumplimiento del Código Forestal brasileño y la Ley de Deforestación Cero en Paraguay, además de desestimar la construcción de más represas”, sobre los ríos mencionados.

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