Los ocho niños que se encontraban en ese momento en la guardería fueron evacuados antes de que los expertos procedieran a neutralizar el artefacto, en la esquina de las calles Almirante Latorre y Claudio Gay.
El operativo incluyó además un cordón de seguridad, con la suspensión del tráfico de vehículos en el sector hasta que los carabineros lograron desactivar la bomba, consistente en un cilindro de gas relleno de material explosivo, conectado a un mecanismo de relojería, que estaba en el interior de una bolsa negra dejada en el sector.
Los padres de los menores asistentes al jardín mostraron preocupación por el incidente, señalando a los peridistas que “es muy complicado sentirse seguro con hechos tan críticos que ponen en peligro a los niños”.
El hallazgo de la bomba ocurrió varias horas después de un atentad explosivo contra la Iglesia de Santa Ana, en el centro de Santiago, aunque por ahora se desconoce si existe una conexión entre ambos sucesos. Según un panfleto encontrado cerca de la iglesia, el ataque fue “en solidaridad” con dos anarquistas chilenos que están presos en España, procesados por la colocación de bombas en iglesias católicas.