“Estas muertes horrendas muestran que el despliegue de las tropas francesas y de la Unión Africana está protegiendo los ciudadanos”, aseguró en un comunicado el investigador de esta ONG.
En su opinión, el Consejo de Seguridad de la ONU “no debería perder ni un minuto más en la autorización de una misión de mantenimiento de paz”.
Los ataque más graves de los que se tienen constancia ocurrieron el pasado mes de febrero en las aldeas de Guen y Yakongo, donde al menos 72 personas fueron asesinadas por los milicianos. Ambas poblaciones se encuentran próximas a la carretera principal que une las ciudades de Boda y Carnot, en las que hay presencia de tropas francesas y africanas.
El problema, subraya el comunicado, es que estas fuerzas no patrullan regularmente esta carretera, y su ayuda a las poblaciones cercanas es “mínima”.
Desde el inicio de la ola de violencia el pasado diciembre, casi un millón de personas se han visto forzadas a huir en la República Centroafricana, de las cuales más de 650.000 son desplazados internos y cerca de 300.000 se refugian en países vecinos, especialmente en Chad y Camerún.
Se trata en su mayoría de musulmanes que huyen de los ataques de las milicias cristianas “Anti-Balaka”, grupos de civiles armados que llevan a cabo una campaña contra los partidarios de Séléka, en represalia por los abusos cometidos por este grupo rebelde a su llegada al poder.
Los enfrentamientos han llevado al conflicto a una espiral de violencia sectaria y religiosa en un país mayoritariamente cristiano.