Esto marca el pistoletazo de salida a una carrera a la que se espera que concurran pesos pesados del partido.
Warren dio el primer paso para hacerse con la nominación de su partido, que consiste en el lanzamiento de una comisión de apoyo que permite recaudar fondos, pero también tomar el pulso del sustento real con que cuenta un candidato para una primaria que se espera sea especialmente concurrida.
“La clase media estadounidense está bajo ataque”, dijo en un video Warren, quien representa desde 2013 al estado de Massachusetts en el Senado.
En este manifiesto, en el que mezcla imágenes de su vida con sus opiniones políticas, Warren clamó por una mayor regulación de la banca y de Wall Street, un sistema de salud universal y una mejora del salario mínimo.
También abogó por la defensa del medioambiente.
“Hay políticos que miran hacia el otro lado cuando las compañías aseguradoras le niegan a los pacientes una cobertura de la cual depende su vida, mientras los bancos estafan a los consumidores y las grandes compañías petroleras destruyen el planeta”, dijo la senadora.
En el video grabado en la cocina de su casa, Warren cuenta las dificultades económicas que vivió su familia cuando su padre tuvo un ataque cardíaco, destacando que a pesar de sus orígenes humildes, sus padres pudieron “criar a una hija que logró convertirse en profesora en el sistema público, después en abogada y senadora”.
Warren, que ejerció como académica en la prestigiosa Universidad de Harvard, ha sido una defensora acérrima de los derechos de los consumidores y de los trabajadores.
Sin embargo, en la opinión pública se ha hecho conocida por sus frecuentes peleas con Trump, de las que no siempre ha salido victoriosa.
En sus mítines de campaña, Trump se burló de que Warren -rubia y de ojos claros- se enorgullezca de tener ascendencia indígena, poniéndole como sobrenombre “Pocahontas” en referencia al personaje histórico del siglo XVII perteneciente a una tribu de la costa este de Estados Unidos.
Después de que Trump le ofreciera donar un millón de dólares a la institución de beneficencia de su preferencia si se hacía una prueba de ADN para probar si era o no indígena, ella lo hizo, esperando con eso ganar la discusión.
Pero cuando la prueba mostró que tenía sólo un lejano ascendente, no quedó claro quién se había burlado de quién.
En su camino a la nominación, Warren ha pulido su expediente en política exterior, incorporándose a la Comisión de las Fuerzas Armadas.
En un discurso en noviembre pidió una reducción del presupuesto para los militares y un retiro de las tropas de Afganistán.
Warren defiende el derecho a las mujeres a elegir en el caso del aborto, apoya que haya un mayor control de las armas y sostiene que se debe expandir la cobertura de salud.
Pese a que Warren se adelantó al resto de sus contrincantes, la carrera por la nominación va a ser larga y ardua, y en las apuestas hay al menos 30 nombres que suenan como candidatos.
Entre los que ya han declarado sus intenciones están Julian Castro, exsecretario de Vivienda del gobierno de Barack Obama, el congresista John Delaney y Richard Ojeda, un exparacaidista que es senador en Virginia Occidental.
Otros declararon que iban a tomarse las fiestas de final de año para pensarlo.
En las encuestas el mejor posicionado es el exvicepresidente del gobierno de Obama, Joe Biden, seguido del senador Bernie Sanders, que perdió la primaria en 2016 contra Hillary Clinton.
En el tercer lugar queda Beto O’Rourke, que tiene un gran tirón en el electorado pese a su derrota contra Ted Cruz en su intento por convertirse en Senador por Texas.
En los sondeos, Elizabeth Warren llega relegada muchos puestos por detrás.
La presidenta del Comité Nacional Republicano, Ronna McDaniel, criticó a Warren descalificándola como una persona que está “fuera de contacto”.
“Los estadounidenses la van a ver por lo que ella es: otra obstruccionista de extrema izquierda y un fraude total”, agregó.