LA HABANA. Cuba se prepara para vivir a partir de mañana el histórico relevo presidencial que abrirá la era del poscastrismo, un acontecimiento que suscita expectación pero que no ha logrado alterar la rutina diaria de los cubanos de a pie, siempre más ocupados en resolver su complicado día a día.
El Palacio de Convenciones de La Habana acogerá desde mañana la apertura de su IX Legislatura y la constitución de la Asamblea Nacional del Poder Popular (Parlamento unicameral), en una sesión de dos días en los que se designará al Consejo de Estado y a un nuevo presidente que por primera vez en seis décadas no llevará el apellido Castro.
Tras doce años en el poder, Raúl Castro, de 86 años, se despedirá del sillón presidencial para cumplir su compromiso de limitar los cargos políticos a dos mandatos consecutivos y dar el relevo a una nueva generación de dirigentes con el actual primer vicepresidente, Miguel Díaz-Canel, de 57 años, como favorito para ser el sucesor.
Sobre Díaz-Canel y la posibilidad de que se convierta en el presidente de Cuba, la mayoría de los entrevistados valora su experiencia política y capacidad.
Si se cumplen los pronósticos, Díaz-Canel, un dirigente formado desde la base del Partido Comunista de Cuba (PCC, único) , se convertirá en el primer presidente cubano nacido después del triunfo de la Revolución, el primero que no llevará uniforme militar en casi 60 años y, en definitiva, el primero de la era poscastrista.
Para revestir el momento del simbolismo revolucionario correspondiente, el relevo presidencial coincide con la llamada “Semana de la Victoria”, ya que el 19 de abril se conmemora el 57 aniversario del triunfo de los milicianos de Fidel Castro contra las tropas mercenarias que desde EE.UU. llegaron a Playa Girón (Bahía de Cochinos) con el propósito de invadir la isla.
El pasado lunes el oficialismo ya comenzó a calentar motores con la celebración de otra efeméride destacada en el calendario revolucionario: el discurso de Fidel Castro con el que proclamó el carácter socialista de la Revolución hace también 57 años, dos días antes de la batalla de Playa Girón, que Cuba presenta como la “primera derrota del imperialismo en América”.
En ese acto, celebrado en La Habana, no faltaron las referencias al relevo presidencial para ratificar el compromiso de las juventudes comunistas con el Partido y con el legado de Fidel y Raúl Castro.
“Esta no será jamás una generación de ruptura, sino de continuidad y defensa de nuestros ideales, por eso la Revolución cubana es una sola”, afirmó una dirigente de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC) en esa celebración.
En la víspera de la histórica sesión, el ambiente que se respira este martes en las calles de La Habana es de total normalidad, con los cubanos afanados en su rutina diaria y un tanto cautelosos a la hora de responder a los corresponsales sobre sus expectativas ante el cambio de presidente.
Los más jóvenes confían también en que mejoren las condiciones para el acceso a las nuevas tecnologías: “El internet todavía es muy caro para el cubano”, dice a Efe Yohandry, un joven que intenta conectarse con su móvil en una zona de wi-fi público cercana a la calle Galiano.
“Estamos con mucha expectativa, tenemos esperanza de que el cambio sea para bien”, comentó en Reinel, un tímido camarero de un restaurante de la bulliciosa calle Neptuno, donde Susana, una joven peluquera por cuenta propia, espera que los nuevos dirigentes “no cometan los mismos errores que los anteriores y que piensen en la juventud”.