Así lo dijo el director de operaciones de emergencia del FICR, Steve McAndrew, en una rueda de prensa que ofreció en Ginebra de retorno tras concluir su misión en Cox's Bazar, distrito del sur de Bangladesh y fronterizo con Birmania en el que se refugian más de 700.000 rohinyás.
“Llevo 20 años trabajando en crisis humanitarias con la Cruz Roja y si ha habido algún caso en el que se han necesitado donaciones es éste”, aseguró McAndrew, que apeló “a todo el mundo, gobiernos e individuos” a colaborar en esta causa para la que todavía requieren entre 18 millones y 20 millones de dólares. Precisó que parte de ese importe se “necesita urgentemente para hacer frente a las consecuencias del monzón”.
Asimismo, McAndrew sostuvo que mientras las necesidades de la población siguen creciendo se ven obligados a trabajar con menos recursos “ante una situación que requiere una solución política”.
El experto en respuestas humanitarias insistió en la complejidad de esta crisis, que se ha visto agravada por la llegada de la temporada de lluvias que debe prolongarse hasta finales de agosto. En este sentido, McAndrew explicó que la Cruz Roja ha centrado sus esfuerzos en tareas de prevención y preparación para una eventual respuesta de emergencia. Para ello ha formado a unos 500 voluntarios de entre los refugiados, quienes actuar ante condiciones meteorológicas, advertir e informar a la población de los pasos que deben seguir en cada caso.
Por último, advirtió de que a pesar de los esfuerzos que se han estado haciendo para reubicar a los refugiados expuestos al mayor peligro “no existe un lugar 100% seguro ni tampoco suficientes espacios para poner a salvo a todos los refugiados”.
“Aunque algunos puedan evitar ser atrapados por desprendimientos de tierra o inundaciones, los suelos fangosos y la falta de higiene no se pueden evitar”, concluyó.