“Ahí hay infiltración de la CIA para desgastar al gobierno”, dijo Correa durante su informe semanal de labores, en referencia a lo que él considera una campaña de la oposición financiada por la derecha internacional para desestabilizarlo.
Sectores de trabajadores e indígenas que se oponen al gobierno salieron a las calles el jueves para protestar contra políticas impulsadas por el Ejecutivo y cambios constitucionales que tramita el Parlamento, controlado por el oficialismo.
Las reformas a la Constitución buscan establecer la reelección indefinida, lo que habilitaría a Correa para los comicios de 2017 para cuatro años más.
Centrales obreras exigen una nueva ley laboral que respete el derecho a la sindicalización, en tanto que indígenas se oponen a un proyecto de ley de tierras que está en manos del Congreso, al sostener que su propiedad se vería perjudicada.
En el último semestre las movilizaciones dejaron 37 heridos, entre ellos 35 policías, y 66 detenidos según cifras oficiales.
Correa dijo el viernes a la prensa que las marchas son “una estrategia de desgaste (de la CIA). Si pueden desestabilizarnos, lo hacen. Pero no pueden, saben del apoyo popular que tenemos, pero es tratar de desgastarnos lo más posible hasta las próximas elecciones”.
Este sábado el gobernante aseguró que el jueves fue víctima de una “emboscada” por parte de una “turba” de manifestantes que trató de agredirle en la andina ciudad de Riobamba (sur), en donde se encontraba para un acto oficial.
En febrero, la gestión de Correa fue aprobada por un 55% de los ecuatorianos, mientras que un 81% consideró que la reelección indefinida debe ser aprobada en consulta popular, de acuerdo con la encuestadora privada Cedatos.