Corea del Norte afirma que las armas incautadas, no declaradas, son “obsoletas” y están destinadas a ser devueltas a Cuba una vez reacondicionadas, en cumplimiento de un “contrato legal”.
Según los expertos, este caso revela una práctica de trueque sistemático practicado para sortear las sanciones cada vez más draconianas aprobadas por las Naciones Unidas para impedir que el hermético régimen comunista desarrolle armamento balístico y nuclear.
El trueque clandestino permite a Corea del Norte no dejar rastros oficiales de las transacciones y le hace economizar sus escasas reservas en divisas extranjeras.
Para Hugh Griffiths, especialista de tráficos ilícitos en el Instituto Internacional de Investigaciones sobre la Paz (SIPRI), de Estocolmo, en estas operaciones, de “envergadura desconocida”, en las cuales Pyongyang ofrece reparar material militar chino o soviético vetusto a cambio de dinero en efectivo o de alimentos.
En el navío interceptado en Panamá fueron halladas 220 toneladas de azúcar con las armas.
“La mayor parte escapa a los radares. La atención se centra sobre todo en las capacidades de Corea del Norte en materia de misiles balísticos y nucleares, pero en un gran porcentaje de su comercio exterior concierne en realidad las armas convencionales con un pequeño grupo de países”, explica Griffiths, citando el caso de otras naciones pobres y políticamente aisladas como Birmania, Eritrea o Yemen.
“En ese contexto necesitan comerciar y Corea del Norte tiene los técnicos que pueden trabajar con el material”, añade el investigador.
Corea del Norte domina actualmente las técnicas de la disimulación, haciendo con frecuencia transportar su material en contenedores embarcados en cargueros que pertenecen a compañías marítimas conocidas, sin que estas lo sepan.
“Es en consecuencia algo muy anónimo y muy difícil de identificar. La globalización y el hecho de meter todo en contenedores han facilitado el comercio, pero también los tráficos”, comenta.
Para Chang Yong-Seok, del Instituto para la Paz y la Unificación de la Universidad de Seúl, la interceptación del barco norcoreano en Panamá no es más que “la parte visible del iceberg” y coincide con el fortalecimiento de las sanciones y la vigilancia por parte de Estados Unidos y sus aliados.
Pero “en el caso de Cuba, Corea del Norte participa en ese tipo de canjes desde los años 1960, cuando Pyongyang estableció relaciones con los países no alineados”, recalca.
Un informe de la ONU publicado en junio acusaba a Corea del Norte de proseguir sus exportaciones e importaciones de piezas relacionadas con el desarrollo de sus misiles, pese a las sanciones.
Ham Hyeong-Pil, del Instituto surcoreano para Estudios de Defensa, juzga “admisible” la versión cubana de que las armas deben ser reparadas en Corea del Norte.
“Un disidente norcoreano bien informado, que llegó recientemente al Sur, dijo que el Norte había enviado un centenar de militares a Cuba para proceder a una transferencia de tecnología y participar en entrenamientos comunes en el marco de su cooperación militar”, afirma.