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Una pantalla a su derecha mostraba los resultados de su ultrasonido; tanto Lannon como su médico, Joshua Klein, monitoreaban la imagen.
¿Cuántos óvulos podría llegar a avistar?, le preguntó a Klein. Posiblemente unos veinte, pero no quería prometer mucho.
“Pero en cuanto a la certeza de que puedas ser fértil después, estás en buen camino”, dijo Klein.
Más valía que sí: Lannon, quien trabaja para un sitio web que almacena los datos médicos de suscriptores, tiene 26 años, casi una década menos que la mayoría de las mujeres que congelan sus óvulos para aumentar sus posibilidades de concebir y gestar una vez que estén listas para hacerlo. Lannon no tiene ningún problema de reproducción ni alguna preocupación médica urgente. Sin embargo, cree que su reloj biológico ya está corriendo.
“La fertilidad disminuye a partir de los 22 años”, dijo varias veces, como si fuera un mantra, en una entrevista después de su examen.
Lannon no quería dejar nada al azar. Quería saber que más adelante en su vida tendrá “la mejor oportunidad de tener óvulos viables, cuando los quiera”.
Personas como ella son el principal blanco de las muchas clínicas de congelación de óvulos que han surgido en Estados Unidos y que promueven el procedimiento como una elección de vida sensible, accesible y sencilla para las integrantes más jóvenes de la generación milénial.
La preservación de la fertilidad “antes atraía sobre todo a mujeres a finales de sus treintas”, dijo Susan Herzberg, presidenta de Prelude Fertility, una red de clínicas estadounidenses. Ahora el mercado atrae a mujeres más jóvenes, en parte gracias a cambios en la mercadotecnia y promoción de las técnicas.
“Ahora nos dirigimos a mujeres en sus veintes y principios de los treintas”, dijo Herzberg. Su compañía, como muchas otras, quiere promover la idea de que “el proceso nunca ha sido tan eficiente, rápido o barato ni ha resultado en el resguardo de tantos óvulos de alta calidad”.
Varias empresas planean campañas de radio, televisión, medios impresos y redes sociales para publicitar este mensaje; es una mezcla de tonos amistosos y, a veces, alarmistas sobre “Congelar tu futuro” o recalcar que “los óvulos son un recurso no renovable”. Casi todos los lemas son acompañados por imágenes de mujeres jóvenes reunidas en un bar o caminando brazo a brazo por una calle citadina.
En algunas clínicas incluso han realizado fiestas congeladas en las que reparten champaña y canapés junto con la información.
Otras hablan del procedimiento en cuentas de Instagram y una clínica en Nueva York, Kindbody, incluso ha invitado a clientas potenciales a abordar un autobús donde hacen pruebas hormonales.
Con las campañas los precios para los procedimientos se han reducido. La congelación en algún momento costó hasta 19.000 dólares por guardar lo generado en un solo ciclo menstrual; ahora los costos varían entre 4000 y 7000 dólares para un proceso de una o dos semanas del uso de píldoras anticonceptivas para reducir las hormonas naturales seguidas por nueve o diez días de inyecciones hormonales que incentiven la producción de óvulos y, después, ya que maduren esos óvulos, retirarlos y congelarlos. (Eso sí, los precios no incluyen las consultas iniciales ni el monto anual de almacenamiento).
Por lo que no es de sorprender que tantas milénials se han acercado a estas clínicas en busca de afianzar un futuro reproductivo. Son parte de una población de 76.000 mujeres estadounidenses que se espera congelen sus óvulos este año, según la Sociedad de Tecnología de Reproducción Asistida.
“Me han contactado padres que tienen hijas adolescentes o que están en la universidad y que ven en la congelación un posible regalo”, dijo Valerie Landis, quien congeló sus óvulos hace tres años y documentó toda la experiencia en el blog Eggsperience, que ahora se ha vuelto una fuente de información para decenas de personas que consideran realizar el procedimiento. “También hay jóvenes de 25 que me contactan y dicen que sus padres están dispuestos a ayudarlas a pagar”.
El entusiasmo por la congelación es quizá el reflejo de una “era aspiracional”, a decir de Tanya Selvaratnam, autora del libro de 2014 The Big Lie: Motherhood, Feminism, and the Reality of the Biological Clock (Una gran mentira: la maternidad, el feminismo y el verdadero reloj biológico). En este texto indica que a muy pocas mujeres se les da suficiente información sobre los ciclos reproductivos.
Eso, asegura, incluye expectativas infladas sobre la reproducción asistida como si se tratara de que tienen opciones ilimitadas para aquellas mujeres que no tienen pareja estable con quien empezar una familia o que quieren esperar para desarrollar sus carreras.
Los motivos para la congelación de óvulos son tan variadas como las historias personales de cada mujer que elige hacerlo. Algunas, como la socia profesional de Lannon, Sidonia Rose Swarm, piensan en el procedimiento como una manera más de cuidarse a futuro.
“Me pongo bloqueador solar para protegerme contra un futuro daño por rayos UV”, dijo. “Hago ejercicio para mantener un peso saludable. ¿Por qué no haría algo para prevenir un dolor emocional futuro sobre procrear?”.
“Es una manera de sentir como que tienes control de tu vida, al menos en el momento en el que lo haces”.
Otras lo ven como un objetivo a cumplir, según Landis, de Eggsperience. “Es parte de una lista de objetivos, como obtener una maestría o comprar un hogar para mejorar mi patrimonio”, aseguró.
Es decir, es algo particularmente atractivo para las milénials ambiciosas e hiperorganizadas. Un ejemplo de esa proactividad es Taylor Lorenz, de 31 años, quien escribe sobre cultura y tecnología. La primera vez que congeló un grupo de óvulos tenía 28 años y acababa de terminar una relación de varios años antes de casarse. No se sintió segura con un ciclo, por lo que se ha sometido a cinco más.
No se arrepiente de ello. El proceso, dijo, “es una manera de sentir como que tienes control de tu vida, al menos en el momento en el que lo haces”.
Victoria Reitano, antes productora de televisión y ahora emprendedora de 27 años, está completamente convencida. “No es un capricho”, dijo. “Mi plan de vida incluye en algún momento tener al menos dos hijos y con esto tomo precauaciones”.
Aunque los expertos también indican que muchas jóvenes terminen con un sentimiento de certeza que no es completamente real. “Supongamos que tu fertilidad es normal y no hay nada inusual en tu historial familiar. Definitivamente hay un punto en el que es demasiado temprano, porque no sabemos cuál es la caducidad de los óvulos”, dijo la doctora Janis Fox, profesora asistente de endocrinología reproductiva e infertilidad de la Universidad de Harvard y ginecobstetra en el Hospital Brigham and Young, en Boston.
De acuerdo con la Sociedad de Tecnología de Reproducción Asistida la posibilidad de que un solo óvulo congelado resulte en un nacimiento es de entre dos y doce por ciento. Y varios óvulos pueden perderse; el año pasado hubo fallas en la refrigeración de una clínica en Cleveland y de un centro de fertilidad en San Francisco, por ejemplo.
Aunque personas como Danielle Page, quien se sometió al procedimiento en febrero, opinan que los beneficios potenciales son mucho mayores que los riesgos.
“Cuidas tu cuerpo como debes cuidar tu hogar”, dijo. “Esperas que nunca se inunde tu casa, pero tramitas un seguro por si acaso”.