Los asistentes colocaron flores en el vehículo que transportaba el féretro hasta un cementerio de esta ciudad del norte de Inglaterra y aplaudieron cuando éste pasó por delante del estadio del equipo de fútbol del Everton, ya muy cerca de su destino final.
Evans murió el 28 de abril después de que los médicos del Hospital pediátrico Alder Hey lo desconectaran de las máquinas que le brindaban soporte vital, poniendo fin a una batalla legal en la que los padres pidieron poder trasladar al niño a Italia para seguir tratándolo.
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Los médicos estimaban que el niño, que sufría una enfermedad neurodegenerativa, no tenía cura posible y que sólo estaban prolongando su agonía.
Italia le concedió la nacionalidad al niño de 23 meses y el papa Francisco reclamó que le dejaran viajar a un hospital pediátrico del Vaticano, pero los jueces británicos ampararon a los médicos.