China restringirá los libros infantiles extranjeros

SHANGHÁI (China). El Gobierno chino quiere proteger a sus niños de las influencias del extranjero y por eso se ha marcado un nuevo enemigo: los libros infantiles que vienen del exterior, que, según asegura un grupo de libreros, van a comenzar a limitarse.

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Las autoridades de Pekín están preparando una orden por la que se reducirá drásticamente el número de cuentos infantiles extranjeros publicados en el país, según dijeron varias fuentes del sector editorial al diario independiente de Hong Kong South China Morning Post.

Esto es parte de una campaña para reducir la influencia de ideas extranjeras y mejorar el control ideológico de este colectivo, pese a que estos textos tienen poca o ninguna implicación política. Así, estas fuentes aseguran que desde la administración estatal se va a imponer un sistema de cuotas, como ya existe por ejemplo en el mundo cinematográfico, que limite el número de cuentos extranjeros que se publican cada año en China.

Esta norma, que de momento solo se ha transmitido a los libreros de forma verbal, instará además a las editoriales a publicar más cuentos escritos e ilustrados por autores chinos. Así, otro de los editores entrevistados asegura que los libros de Corea del Sur y Japón tendrán ahora “pocas posibilidades” de ser publicados China y que el permiso para libros de otros países será “muy limitado”.

En su información, el South China Morning Post asegura que ha intentado ponerse en contacto con las autoridades de Pekín para confirmar esta noticia pero no ha obtenido respuesta.

China es uno de los mercados más atractivos para las editoriales infantiles. Los libros de dibujos animados extranjeros se han vuelto cada vez más populares entre los 220 millones de jóvenes lectores menores de 14 años y son mucho más populares que los textos locales.

Personajes como la cerdita “Peppa Pig”, uno de los cuentos más vendidos en China, son una institución entre los pequeños chinos y podrían verse afectados por esta medida proteccionista gubernamental. De hecho, los libros infantiles se han convertido en el segmento más lucrativo del mercado de libros de China y el año pasado, según datos proporcionados por el diario hongkonés, se publicaron más de 40.000 títulos entre importados y locales.

Aunque no han sido muchos los medios chinos que se han hecho eco de esta polémica, el diario oficial Global Times publicaba hace unos días que varios padres se quejaban de la posible norma y aseguraban que muchos se están preparando y comprando los libros favoritos de sus hijos por si no pudieran encontrarlos luego.

De hecho, el artículo contiene otras opiniones que aseguran que esto podría ser una estrategia de las librerías para aumentar las ventas. Por ejemplo, en opinión de Chen Shaofeng, subdirector del Instituto de Industrias Culturales de la Universidad de Pekín, la información todavía tiene que ser publicada por fuentes “confiables” y las acusaciones por el momento son “infundadas”.

Sin embargo, en otra entrevista con el mismo medio oficial, el responsable de una editorial infantil de Pekín asegura que ahora le está costando mucho más tiempo conseguir el permiso oficial para publicar nuevas obras. Así, mientras antes tardaba solo tres semanas en lograr el “sí” de las autoridades locales, ahora tarda más de dos meses, explica.

Hace justo un año, el Gobierno chino lanzaba una campaña contra las universidades y desde el Ministerio de Educación se pedía a los centros que eliminaran los libros de texto que promuevan valores occidentales o difamen al Partido Comunista. 

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