“Por encima de todo, la economía se ha estado estabilizando”, aseguró la Oficina Nacional de Estadísticas en una rueda de prensa en la que desveló las esperadas cifras económicas.
Pese a que el dato está muy por debajo del 9,3% de crecimiento que la segunda economía mundial registró en 2011, y aún más lejano del 10,4% alcanzado en 2010, se encuentra por encima del 7,5% fijado por el régimen comunista en marzo del pasado año.
Entonces, durante la celebración anual de la Asamblea Popular, el Gobierno redujo la expectativa de crecimiento del 8% a un más factible 7,5%, y, ante la debilidad financiera de sus principales socios comerciales (la UE y EE.UU.), anunció su intención de impulsar la demanda interna.
El aumento del 7,9% a ritmo anual registrado en el último trimestre rompe la dinámica de declive de los siete trimestres previos, un repunte que la Oficina adjudica a las medidas de estímulo dictaminadas por el Gobierno durante 2012.
Aunque el paquete de estímulo es mucho menos amplio del que las autoridades chinas establecieron en 2008, al comienzo de la crisis financiera occidental, incluyó una amplia inversión en infraestructura y dos bajadas consecutivas del 0,25 por ciento en el tipo de interés.
“Las medidas de estímulo introducidas desde comienzos de año han dado resultados y han ayudado a invertir la dinámica y estabilizar el crecimiento”, aseveró en un comunicado distribuido por la Oficina Wang Jun, analista del Centro de Intercambios Económicos, un influyente centro de estudios ubicado en Pekín.
Por su parte, la Oficina confió en que la remontada del último trimestre del año continúe en ascenso en 2013, y adjudicó la ralentización del crecimiento al contexto de “miedo en el exterior y aflicción doméstica”.
En total, el PIB alcanzó 51,93 billones de yuanes (8,28 billones de dólares, 6,19 billones de euros) en 2012.
El PIB no fue el único dato publicado hoy por la Oficina, que también anunció que la producción industrial china ralentizó su crecimiento hasta un 10 por ciento en 2012, 3,9 puntos porcentuales por debajo de lo alcanzado en 2011.
Las ventas al por menor registraron una subida del 15,2 por ciento en diciembre, en contraste con el 14,9 por ciento de noviembre, lo que supuso un aumento final del 14,3 por ciento en 2012, aun así 2,8 puntos porcentuales por debajo de 2011.
En cambio, la inversión china en el sector inmobiliario creció un 16,2 por ciento en 2012 con respecto al año previo, pese a la campaña gubernamental para desinflar la burbuja inmobiliaria.
En paralelo, el precio de la vivienda nueva en China ha recuperado su tendencia al alza tras el parón de los primeros meses de 2012, y continuó su subida en diciembre, según los datos oficiales también publicados hoy.
De este modo, los precios crecieron en 54 de las 70 ciudades que supervisa, después de que en noviembre hubieran subido en 53 urbes, lo que representa el tercer mes consecutivo de incrementos en el coste de la vivienda nueva.
Entre la publicación de estos datos, sorprendió otro menos “ortodoxo”, el del coeficiente Gini, que mide la desigualdad existente entre los ricos y pobres de un país, y que China no revelaba desde hace años.
Según datos elaborados por el Buró, el índice alcanzó en 2012 el 0,474, por encima del 0,4 que la ONU considera “alarmante”, aunque se ha ido reduciendo desde su punto máximo en 2008, cuando llegó al 0,491.
Se trata de la primera ocasión en años en que China divulga su cálculo oficial del coeficiente, que indica una “igualdad social perfecta” si se sitúa en el 0 y mayor desigualdad cuanto más se acerca al 1.
La desigualdad económica entre la clase rica y la menos favorecida es aún uno de los principales problemas del gigante asiático, tras una década en la que el espectacular crecimiento de su producto interior bruto (PIB) ha logrado que desbanque a Japón como segunda economía mundial.