A partir del 1 de enero, el país “dejará por completo de recurrir” a la extracción de los órganos de los ejecutados para abastecer a los hospitales, afirmó Huang Jiefu, jefe del Comité Chino de Donación de Órganos, citado por el diario Nanfang Dushibao. Según él, la única forma de transmitir un órgano será por donación voluntaria.
Huang, que en el pasado fue viceministro de Sanidad, estimó que cada año 300.000 personas necesitan en China un transplante urgente, si bien sólo se realizan unas 10.000 operaciones.
Por cada millón de chinos, sólo 0,6 son donantes de órganos, frente a 37 en España, que cuenta con una de las tasas más altas del mundo, añadió Huang.
Según la tradición china, los muertos han de ser enterrados sin sufrir ninguna mutilación, y son muy pocos los chinos que aceptan que a un familiar fallecido se le extirpen los órganos.
Ante la gran falta de órganos para transplantes, buena parte de las operaciones se hacen con órganos de ejecutados, a menudo sin el acuerdo de las familias, según las organizaciones de defensa de los derechos humanos, lo cual niegan las autoridades.
En el pasado, éstas ya han prometido varias veces terminar con esta práctica, que sin embargo ha continuado.
China, el país que practica más ejecuciones en el mundo, aplicó la pena capital a 2.400 personas el año pasado, según la ONG Dui Hua, con sede en Estados Unidos. Pekín por su lado no publica ningún balance oficial.