El mismo logró concentrar en menos de 300 palabras la inspiración necesaria para ajustar el país a los ideales de democracia e igualdad.
El discurso que el expresidente republicano (1861-1865) pronunció en la inauguración del Cementerio Militar Nacional en el campo de batalla de Gettysburg (Pensilvania) el 19 de noviembre de 1863 se lee hoy universalmente como el testamento más claro de su legado democrático, una mirada clara y concisa a su ideario político.
Miles de personas se congregarán hoy en esa localidad para conmemorar el aniversario de un discurso que desde entonces ha sido recitado por millones de niños en las escuelas de todo el país y ha inspirado a generaciones de políticos, además de generar una cuidadosa conservación de las cinco copias originales que existen.
Ocupar el puesto más alto en el pedestal de la oratoria estadounidense era algo inimaginable para Lincoln, que, en plena Guerra de Secesión estadounidense (1861-1865), pronosticó en Gettysburg que “el mundo tomaría poca nota” de lo que se dijera en aquella ceremonia.
Su alocución comenzó con una lección de historia, con el recuerdo de que 87 años atrás, en la Declaración de Independencia de 1789, los “padres fundadores impulsaron, en este continente, una nueva nación, concebida en libertad, y dedicada a la proposición de que todos los hombres son creados iguales”.
Pero la guerra que dividía al país le había hecho “poner a prueba lo que es posible resistir como nación”, por lo que Lincoln juzgó necesario avanzar hacia “la gran tarea pendiente”: decidir que los caídos “no deben haber muerto en vano”.
“Que este país, bajo Dios, pueda tener un nuevo nacimiento de libertad, y que el Gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo, no desaparecerá de la Tierra”, concluyó Lincoln.
Esas últimas palabras se han convertido en casi un refrán en la cultura política estadounidense, y el estilo poético y directo de Lincoln, admirador de William Shakespeare, le ha colocado en el pedestal de la oratoria del país.
Pero, además, los historiadores le atribuyen haber consolidado con esas palabras el rumbo de la joven democracia estadounidense, que ya había anticipado en enero de ese mismo año al firmar la proclamación de Emancipación que abolió la esclavitud y en el que profundizaría en el discurso de su segunda investidura en 1865.
“Básicamente, Lincoln hizo un 'doble o nada' respecto a lo establecido en la Declaración de la Independencia”, dijo al diario Usa Today el cineasta Ken Burns, que trabaja en un documental con motivo del 150º aniversario.
Burns ha logrado que los cinco presidentes de EE.UU. vivos -Jimmy Carter, George H. W. Bush, Bill Clinton, George W. Bush y Barack Obama- reciten el discurso para su documental, que se estrenará en abril y en el que también participan artistas e intelectuales famosos.
Obama, un declarado admirador de Lincoln, no asistirá hoy a la ceremonia en Gettysburg, y se desconoce si hará algún guiño al hombre sobre cuya Biblia ha jurado dos veces su cargo.