“A cuatro años de la muerte del fiscal Alberto Nisman lo recordamos una vez más y acompañamos a su familia. Los argentinos necesitamos saber qué pasó y vamos a apoyar a la Justicia hasta alcanzar la verdad”, expresó el jefe de Estado en su cuenta de Twitter.
El 18 de enero de 2015, Nisman fue hallado con un disparo en la cabeza en el baño de su casa. Si bien la causa en la que se investiga su deceso ha sufrido múltiples idas y vueltas, al llegar Macri al poder, hace tres años, tomó impulso y en la actualidad la Justicia considera, tras hacer una recreación simulada de los hechos, que se trató de un homicidio, aunque se sigue sin conocer quién o quiénes fueron responsables de los hechos.
Cuatro días antes de aparecer muerto, Nisman había denunciado a la entonces presidenta, Cristina Fernández de Kirchner (2007-2015) y a miembros de su Gobierno por el presunto encubrimiento de los sospechosos de cometer el atentado contra la mutua judía AMIA de Buenos Aires, que dejó 85 muertos en 1994, sigue impune y que la comunidad judía atribuye a Irán y al grupo terrorista chií Hezbolá.
En su denuncia, el fiscal afirmaba que, a cambio de mejorar la relación comercial con Irán, el kirchnerismo pretendió encubrir a los sospechosos del ataque, entre ellos ex altos cargos de ese país, a través de un acuerdo bilateral firmado en 2013 que oficialmente era presentado como forma de esclarecer el ataque, y que nunca entró en vigor.
Mientras esa causa ha avanzado, con Fernández entre los procesados, el caso por la muerte de Nisman tiene solo como imputados a los custodios del fiscal, por incumplir su deber de protegerlo, y el asesor informático del fiscal, Diego Lagomarsino, como “partícipe primario del homicidio”, porque era suya el arma que acabó con su vida. Ese colaborador reconoció que prestó a Nisman la pistola porque él mismo se la pidió para proteger a sus hijas.