Langlois, de 35 años, realizaba un reportaje para la televisora France 24 el pasado 28 de abril cuando la patrulla militar con la que se desplazaba fue atacada por guerrilleros en el sur de Colombia.
El reportero fue herido en un brazo y se habría entregado a los rebeldes, identificándose como civil, según testimonios de soldados que le acompañaban.
Para el ministro de la Defensa, Juan Carlos Pinzón, el caso demuestra que las FARC es una organización en la que “no existe una cohesión, no hay la capacidad de cumplir lo que dicen, y mantienen una manera de mentir sistemática”.
Las FARC, la principal guerilla de Colombia con unos 9.200 combatientes y más de 45 años de lucha armada, anunciaron en febrero pasado su renuncia al secuestro de civiles con fines de extorsión económica.
El pasado 2 de abril, liberaron a los últimos diez policías y militares que mantenían cautivos, todos por más de doce años.
Según Román Ortiz, profesor en la Universidad de Los Andes y especialista en el conflicto armado, lo ocurrido “pone completamente en cuestión la idea de que las FARC tenían algún interés en abandonar la violencia”.
“La única razón por la cual liberaron a los secuestrados es por que les resultaba políticamente poco rentable y operacionalmente muy complejo” mantenerlos cautivos, afirmó Ortiz a la AFP.
Aunque desde que asumió a fines de 2011 como jefe máximo de las FARC, Timoleón Jiménez “Timochenko” ha propuesto varias veces un diálogo al gobierno del presidente Juan Manuel Santos, en su más reciente mensaje del 19 de abril el líder guerrillero advirtió que “sentarse a conversar no apunta a ningún tipo de rendición o entrega”.
Sobre el compromiso de no volver a secuestrar civiles para financiarse con los rescates, Ariel Avila, analista de la Corporación Nuevo Arcoiris, especializada en el conflicto colombiano, señaló que “hay un juego de palabras”.
“Dijeron que renunciaban al secuestro extorsivo, no a la retención de prisioneros de guerra”, dijo Avila a la AFP, aunque recordó que las FARC nunca han tenido a un periodista secuestrado.
Medios locales en Caquetá, la zona donde se encontraba Langlois, recibieron el 1 de mayo un mensaje de una mujer que se identificó como guerrillera y comunicó que el frente 15 de las FARC tenía en su poder a Langlois, al cual declaró “prisionero de guerra” puesto que se encontraba con una unidad militar y vestía chaleco antibalas y casco del Ejército.
Ese mensaje no ha sido confirmado hasta ahora por el secretariado (mando central) de las FARC.
Sin embargo, Ortiz rechazó que se pueda “interpretar este evento como algo que ha hecho un grupo de manera independiente”.
“El asunto es suficientemente importante como para que el secretariado se entere de manera inmediata”, aseveró, al resaltar que el caso de Langlois podría resultar “políticamente rentable” para la guerrilla “porque es un extranjero y puede volver a poner presión sobre el gobierno”.
En todo caso, no parece posible en la actualidad un escenario similar al que vivió la excandidata presidencial Ingrid Betancourt, de doble nacionalidad colombiana y francesa, quien fue secuestrada en 2002 y permaneció como rehén de las FARC por más de seis años.
“Estamos en un contexto político totalmente diferente. La situación ha cambiado mucho, las FARC no son tan poderosas como lo eran entonces”, dijo a la AFP un diplomático francés.
En los últimos diez años, las fuerzas militares desarrollaron una política de combate frontal a la guerrilla, con lo que las FARC han visto disminuir sus efectivos a la mitad y se encuentran replegados en las zonas montañosas y selváticas, fuera de las grandes ciudades.