De las 28 personas, 17 son tripulantes y el resto son viajeros, según explicó el epidemiólogo curazaleño Izzy Gerstenbluth. El médico detalló que el grupo aislado se mantendrá en el barco hasta este domingo, debido a que aún están en riesgo de contraer la enfermedad.
El resto de las 318 personas que viajaban en el barco se les dejó bajar de la nave, dos días después de que las autoridades sanitarias en Curazao decidieran detener el proceso de permiso de bajada. Entre las personas que viajaban en el barco, estuvo Marlene Fredericks-James, la máxima autoridad médica de la isla.
“Las pruebas de laboratorio mostraron que ya nadie es una amenaza para cualquier otra persona, por lo que tampoco podrán contagiarse”, sostuvo Gerstenbluth.
Gerstenbluth dijo además que el proceso de cuarentena en el barco se eliminará esta misma semana, posiblemente el próximo martes. En sus primeras declaraciones tras la noticia, la Iglesia de Cienciología dijo que debido a que las autoridades sanitarias en Curazao tenían conocimiento del estricto protocolo de aislamiento en el barco crucero, esto ayudó a que solamente una sola persona se contagiara con sarampión y evitó el contagio a los demás.
Mientras tanto, las autoridades sanitarias tomaron 277 pruebas de los viajeros del barco que no presentaron muestras de vacunación contra el sarampión, enviando los exámenes a Holanda. La integrante de la tripulación afectada había estado en Europa y llegó a Curazao el 17 de abril.
Tras visitar a un médico el día 22 por síntomas relacionados con un resfriado, un análisis de sangre reveló que padecía sarampión. Sin embargo, los resultados llegaron cuando ella ya se había embarcado, por lo que las autoridades sanitarias curazaleñas alertaron a las de Santa Lucía.
El “Freewinds”, según la página web de la Iglesia de la Cienciología, es un barco de 11 metros radicado en Curazao que funciona como lugar de retiro espiritual y desde el cual se llevan a cabo “ acciones humanitarias ” por distintas partes del mundo.