Las localidades asaltadas ayer por los fundamentalistas fueron Ngoshe, Kaigamari y Anchaka, ésta última situada en el área de Bama, donde Boko Haram tiene su bastión.
El presidente del Gobierno local de Bama, Baba Shehu, dijo que 60 personas fueron asesinadas en Anchaka por los radicales, que invadieron la localidad a primera hora de la mañana, utilizando armas y artefactos explosivos.
“Incendiaron casas y dispararon a residentes, que intentaron escapar del fuego. La muerte de unas 60 personas fue confirmada tras el incidente, mientras que otras muchas resultaron heridas”, dijo Shehu. Los atacantes también destruyeron pozos de agua potable que abastecían a los residentes y postes de telecomunicaciones.
En Ngoshe, cerca de la frontera con Camerún, testigos informaron de la muerte de unas 30 personas a manos de los insurgentes, quienes también destruyeron numerosas propiedades.
En Kaigamari, una aldea remota de la región de Konduga que ha sufrido numerosos ataques, al menos ochos personas murieron cuando un grupo de hombres armados atacaron la población e incendiaron varias casas y tiendas.
Los ataques han forzado a muchos residentes de las comunidades locales a huir a la capital del Estado de Borno, Maiduguri. “La situación es terrible. Quisimos llevar material médico para proporcionar auxilio a las víctimas, pero fuimos prevenidos por agentes de seguridad”, lamentó Shehu.
Desde mayo del pasado año, Nigeria mantiene una ofensiva antiterrorista en los estados de Yobe, Borno y Adamawa, en el noreste del país (todos ellos bajo estado de emergencia) , aunque los ataques integristas continúan.
Boko Haram, cuyo nombre significa en lenguas locales “la educación no islámica es pecado”, lucha por imponer la Sharía o Ley Islámica en el país africano, de mayoría musulmana en el norte y predominantemente cristiana en el sur.
Los ataques de la milicia radical y las represalias del Ejército nigeriano han causado al menos 1.500 muertos en los tres primeros meses del año, la mitad de ellos civiles, según Amnistía Internacional.