Caminar a 5.000 metros no es lo mismo

TÍBET. Por fin llegó el día. La expedición Carlos Soria del BBVA arribó al Campo Base Chino a 5.000 metros de altura, en una especie de altiplano en el Tíbet. La naturaleza cambia radicalmente, el ser humano se adapta a las exigencias del medio ambiente.

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Hasta aquí se ha podido llegar en vehículo. La expedición integrada por españoles, encabezados por el afamado alpinista Carlos Soria, peruanos y paraguayos, comienza la travesía caminando.

El grupo llegó al mediodía y fue recibido por un fuerte viento. El frío hace temblar los huesos. Tras un almuerzo con huevos duros, una especie de pancho, pan y una manzana, se inició rápidamente el proceso de adaptación al nuevo nivel. La recomendación principal es beber agua abundante, eso ayuda a la aclimatación.

La primera actividad: una caminata que nos tomó casi cuatro horas, pero con un detalle importante: no se intentó escalar ninguna de las montañas que cercan este lugar donde se puede avizorar la cumbre del Shisha Pangma, el objetivo de 8.027 metros de Soria y el equipo que lo acompaña.

Los pobladores del lugar viven en improvisadas carpas que cuentan con una especie de estufas y paneles solares, probablemente para la recarga de batería de sus aparatos celulares. La ganadería está compuesta de cabras y yaks (especie de ganado vacuno peludo) que les proporciona carne, leche y abrigo. Los perros ayudan con el ganado. El lugar está regado de corrientes de agua que bajan de las montañas, cristalinas, que se pueden beber.

El equipo comenzó la aclimatación en Katmandú, Nepal, a 1.100 metros de altura. Luego pasó a Nyalam a 3.600 metros de altura, donde se escaló una altura que rodea a la ciudad, en cuya ocasión se llegó a casi 4.300 metros de altura. Subir por cuatro horas una pendiente, de aproximadamente 45 grados, parando algunos minutos para respirar, es agotador.

Hoy llegamos a los 5.000 metros y la sensación es muy diferente. El objetivo final: llegar en los próximos días a los 5.700 metros caminando.

El efecto en el organismo no es solo el de la altura, sino a ella se suma el frío. Caminar durante varias horas se siente especial: los movimientos deben ser más lentos, uno se cansa muy rápido, el corazón se agita intentando oxigenar a todo el organismo y luchar contra el frío para mantener el cuerpo a la temperatura ideal. Los dolores de cabeza son inevitables. Pero todo lo compensa el paisaje.

Ver la planicie del Tíbet rodeado de montañas es un poema. Al fondo se observa un lago maravilloso. Al otro lado, cumbres de montañas cubiertas de nieve. Una de ellas el Shisha Pangma.

Los más de 30 bidones conteniendo todo nuestro equipamiento ya están en el lugar. Las tiendas de campaña fueron montadas totalmente. Ni bien terminó la caminata, los expedicionarios fuimos recibimos por una breve nevada. Al dolor de cabeza y a los malestares les pediremos que esperen. El lugar es maravilloso y vale la pena disfrutarlo.

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