Calderón pidió a “todos los mexicanos, por encima de cualquier diferencia”, apoyar en lo “esencial” a Peña Nieto, del Partido Revolucionario Institucional (PRI), quien el 1 de diciembre asumirá la Jefatura de Estado, a pesar de que la izquierda no reconoce su triunfo.
“Sé muy bien que un presidente necesita la colaboración de todos para sacar a México adelante”, comentó al finalizar la presentación de su sexto y último informe de Gobierno en una ceremonia celebrada en Palacio Nacional, en el centro de la capital mexicana.
El mandatario, del conservador Partido Acción Nacional (PAN), al hacer balance de sus seis años de Administración, destacó sus logros en materia de seguridad, economía, salud, educación, medio ambiente, entre otros, pero reconoció que el reto “más desafiante” y “difícil” que enfrentó en su gestión, que arrancó el 1 de diciembre de 2006, fue “el embate de la criminalidad”.
“Tomará varios años ver plenamente el fruto de nuestros esfuerzos”, admitió el gobernante mexicano, quien recordó que en 2006, cuando tomó la decisión “trascendente de enfrentar de manera contundente a la criminalidad”, empezó el largo camino hacia un país seguro.
Dicha decisión, que implicó el despliegue de miles de militares y policías federales en las zonas más conflictivas del país “sin coartar las libertades y derechos” de los ciudadanos, impidió que “los delincuentes tomaran el control del Estado”, apuntó.
“Por muchos años, mientras el crimen se fortalecía, el Estado se debilitaba”, dijo Calderón, quien aseguró que gracias a su estrategia “integral” de seguridad se logró revertir esa tendencia sin recurrir nunca al “Estado de excepción”.
Sin embargo, exhortó a Peña Nieto a continuar la batalla porque las organizaciones criminales libran “una de las más cruentas luchas de las que se tenga registro” en el país.
Admitió que en el marco del combate al crimen organizado se han “cometido errores”, como “abusos” perpetrados por algunos solados, pero que “han sido la excepción, no la regla”, y en todos los casos se “ha actuado contra los responsables”.
En un discurso con poca autocrítica, Calderón también destacó la reforma en materia de justicia penal, el avance en el control de confianza de las corporaciones policíacas, el fortalecimiento de las instituciones de seguridad y la creación de procuraduría para la atención de las víctimas de la violencia.
La ola de violencia, que Calderón atribuyó a la expansión territorial de los carteles de las drogas y al flujo de armas desde Estados Unidos, ha causado unas 50.000 muertes desde diciembre de 2006, aunque organizaciones civiles elevan la cifra a 70.000.