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El hombre tuvo un destino fatal dentro de la “caja de la muerte”, que mató a otros 10 indocumentados en Texas el pasado fin de semana.
Esta es solo una de las historias de ilusiones con fin trágico que comienzan a conocerse públicamente, de algunos de los migrantes transportados en este remolque en que murieron al menos siete migrantes mexicanos y otros cuatro centroamericanos.
Los fallecidos formaban parte de lo que se calcula era un centenar de personas apretujadas dentro de un contenedor de un camión. Más de la mitad de los cuales consiguió salir ileso y huir, pero el resto no tuvo tanta fortuna y algunos sobrevivientes están hospitalizados, varios de ellos en estado grave.
El tráiler fue entregado en la frontera según versiones por la banda criminal conocida como Los Zetas a un traficante de personas que decidió llevar su “carga” en un remolque sin aire acondicionado y con casi todas las aberturas de aire tapadas, lo que hizo morir de asfixia a varios de los “sin papeles”.
Otro de los heridos, Manuel Chávez, de 42 años, que pudo salir del coma y se recupera satisfactoriamente, debió beber líquido refrigerante en su desesperación por la intensa sed debido a las altas temperaturas dentro del contenedor.
Se calcula que el calor debería haber rebasado los 60 grados centígrados al mediodía, pues la temperatura en la zona por la noche en San Antonio, Texas, donde fue abandonado el tráiler en un aparcamiento de una tienda Wal-Mart, era de 39 grados.
El caso de Juan Rodríguez, cuya edad no fue revelada, pero quien era casado con Patricia y tenía 5 hijos, es peculiar.
Vivía en Palo Alto, estado de Aguascalientes, una localidad de 6.000 personas, tras regresar “lleno de miedo” desde Texas, debido a la política de Trump, según reveló su hermano Luis Daniel.
Sin embargo, la falta de trabajo y dinero lo obligó a aventurarse otra vez a cruzar la frontera aunque dejando a su esposa e hijos en México.
“Juan se desesperó y decidió regresar a Estados Unidos. Hace 15 días dijo me voy y partió. No supimos de él hasta que el lunes le avisaron a mi papá que había muerto en el tráiler”, afirmó el hermano.
“No sabemos qué pasó. Desconocemos por qué estaba en la caja del camión”, señaló otro de sus hermanos, Guadalupe, mientras realizan gestiones para el traslado del cadáver de Juan, que se estima podría tardar de dos a tres semanas en ser repatriado.
El caso de Manuel Chávez es un poco distinto, pero no deja de ser igual de espeluznante, pues el hombre quedó seriamente lesionado tras beber el líquido anticongelante, en su desesperación para abatir la sed y el calor, mientras estaba encerrado con decenas de personas en la caja del camión.
Originario de la comunidad de Matanzas, en el estado de Jalisco, occidente del país, fue rescatado inconsciente la madrugada del domingo, tras ser descubierto el camión en el suroeste de San Antonio.
De los 39 migrantes abandonados en el remolque del camión,que partió desde Laredo, Texas, en la frontera con Nuevo Laredo,Tamaulipas, 28 todavía están hospitalizados, varios de los cuales luchan por su vida.
Cecilia Rivera, amiga cercana de Manuel, dijo a un canal de televisión de San Antonio que, en su desesperación, su amigo “se tragó anticongelante porque necesitaba algo para beber”, y luego entró en coma, pero logró salir el pasado lunes y reconoció a su hermano, aunque ahora se ignora si se recuperará totalmente.
Autoridades consulares comenzaron a gestionar los traslados de los migrantes, y abogados contratados por las familias de las víctimas analizan presentar demandas y colaborar como testigos contra el conductor, James Bradley, de 60 años, que cuenta con antecedentes criminales y podría ser condenado a la pena de muerte o, al menos, a cadena perpetua. Bradley asegura que ignoraba que dentro del contenedor hubiera personas indocumentadas, pero pocos le creen.