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No puede decirse que fue inesperado. Las autoridades políticas de la ciudad llevaban meses temiendo que ocurra un evento de estas características, sobre todo, tras la detención el pasado viernes de Salah Abdeslam, el único terrorista que sobrevivió a los atentados de París y el presunto cerebro de los crimenes, ocurridos el 13 de noviembre del año pasado. Justo ayer, el ministro del Interior belga, Jan Jambon, había advertido que la detención de Abdeslam podría provocar represalias. Y fue como una premonición.
Al menos 34 muertos y una cantidad aproximada de 200 heridos dejaron la serie de ataques explosivos coordinados que se sucedieron primero en el aeropuerto Zaventem de la capital belga y posteriormente en la estación del metro, que, coincidentemente, presta servicios al barrio donde se encuentra la sede de la Unión Europea.
El ataque inició con una persona gritando una consigna en árabe y un tiroteo seguido de al menos tres explosivos en el hall de salidas del aeropuerto. Tras esto, el gobierno declaró alerta terrorista al máximo, y procedió a cerrar el espacio aéreo, así como la estación del metro donde sucedió el segundo ataque.
El episodio de violencia vivido por esta ciudad europea resulta difícil de describir con palabras. Niños llorando, adultos impotentes escapando de la explosión heridos, y fallecidos componían el triste escenario que generó la declaración de tres días de luto en Bélgica.
Cuando pasó la peor parte, redadas de agentes de seguridad se esparcieron por la ciudad en búsqueda de sospechosos, que aún pudieran estar rondando la zona. De hecho, los agentes no están convencidos de que los terroristas hayan abandonado el aeropuerto. Una de las fuertes hipótesis que se tienen es que aún hay cinco sospechosos en el lugar, pues fueron captados por las cámaras de seguridad, motivo por el que están siendo buscados, según informó un experto antiterrorista de la agencia Ansa, Claude Moniquet.
Según declaraciones del alcalde de Bruselas, Yyan Mayeur, 20 personas perdieron la vida en la explosión ocurrida en el subte, mientras que otras 14 en el doble ataque perpetrado en el aeropuerto.
En cuanto a los heridos, el escenario también es bastante grave. Médicos del hospital Gasthuisberg, en Lovaina, indicaron que una de las bombas contenía clavos en su interior. A consecuencia de eso, hay 11 personas con lesiones muy graves, y una se encuentra en estado crítico. En su mayoría, los pacientes presentan fracturas y cortes profundos causados por los fragmentos de vidrios que se esparcieron por el aire.
Horas después, miembros del Estado Islámico (EI) asumieron la autoría de los atentados a través de un comunicado lanzado en las redes. En el mensaje emitido, amenazan con próximos ataques en Europa.
Conforme continuaba la investigación, la policía encontró un fusil Kalashnikov en la sede del aeropuerto. En el mismo sitio fue encontrada también un artefacto que no llegó a explotar, según reportaron medios de la zona.
Hasta el momento, se tiene previsto que el aeropuerto permanezca cerrado hasta mañana miércoles. Sin embargo, teniendo en cuenta los daños sufridos en la infraestructura, no se descarta que el cierre se prolongue varios días más.
La ciudad aún no pudo recuperarse del mal momento vivido por los ataques, sin embargo, las autoridades de Bélgica ya están advirtiendo que es necesario estar preparados, pues se tema que nuevas manifestaciones de violencia puedan darse en el transcurrir de las horas.
Mientras tanto, la zona del atentado se encuentra acordonada. No hay espacio para tráfico de vehículos y un helicóptero de las fuerzas del orden sobrevuela el área. En medio de la impotencia y miles de por qués, Bruselas intenta levantar la cabeza y continuar con la vida. Aunque se hace muy difícil vivir con el constante miedo de que, en el momento menos esperado, el radicalismo dé un nuevo zarpazo de violencia contra personas inocentes.