Bomba H profundiza divorcio entre Pekín y Pyongyang

PEKÍN. La supuesta prueba atómica de Corea del Norte no ha gustado ni siquiera a la vecina China, tradicional aliado económico e ideológico de Pyongyang, que desde la llegada al poder de Kim Jong-un ha perdido casi todo contacto con dicho régimen.

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“Los lazos son en este momento muy malos, y con este ensayo va a ser muy complicado que mejoren”, resumió a Efe Shi Yinhong, experto del Instituto de Estudios Internaciones de Pekín.

China, que en los ensayos de 2006, 2009 y 2013 se había mostrado más moderada, esta vez se alineó rápidamente con el resto de la comunidad internacional y condenó sin paliativos la prueba, de la que Pekín no había sido informada con antelación (se cree que sí lo fue en algunos casos anteriores).

“El Gobierno chino se opone firmemente al ensayo”, realizado “a pesar de la oposición de la comunidad internacional”, declaró horas después de la prueba la portavoz del Ministerio de Exteriores chino Hua Chunying. Ni siquiera el diario Global Times, ligado al Partido Comunista de China, se alió con Pyongyang: “Corea del Norte está inmersa en erróneas políticas de seguridad centradas en las armas nucleares que buscan usarlas para paliar su inseguridad económica y política, lo que es un círculo vicioso”, reza el editorial de hoy.

El test añade tensión en la ya difícil relación entre China y Corea del Norte, que atraviesan momentos de gran frialdad pese a sus lazos históricos, forjados durante la decisiva alianza de ambos contra EE.UU. en la Guerra de Corea (1950-53) y en la ayuda humanitaria de Pekín a Pyongyang en tiempos de hambrunas.

Los desencuentros se profundizaron con la llegada al poder en Corea del Norte de Kim Jong-un, a principios de 2012, tras la muerte de su padre, Kim Jong-il. Los últimos gestos con los que Pekín y Pyongyang se mostraron como verdaderos camaradas fueron, de hecho, las visitas en 2011 de los máximos líderes chinos a la embajada norcoreana de Pekín para dejar coronas de flores en recuerdo de ese líder fallecido.

La no asistencia de estos líderes chinos al funeral de Estado en la capital norcoreana ya mostró grietas, pero el gran detonante del distanciamiento, pocos meses después, fue la ejecución en diciembre de 2012 del tío de Kim Jong-un, Jang Song-thaek, acusado de corrupción. Jang, visto hasta entonces como el mentor del joven Kim, era el principal responsable de las relaciones entre Corea del Norte y China, especialmente en lo económico, como parte de los planes norcoreanos de copiar los modelos chinos de “socialismo de mercado”.

Poco se ha vuelto a hablar de estos planes, que el padre de Kim Jong-un estudió con frecuentes viajes a China en los años anteriores a su muerte. Su díscolo hijo, en cambio, no ha salido de su país. “Con Kim Jong-un las relaciones están en caída libre. Su padre era provocador, pero él lo es mucho más”, subrayó Shi Yinhong, quien vaticina que sin China como aliado el futuro de Corea del Norte como Estado “se complica mucho”.

Otro síntoma del mal estado de los lazos llegó el pasado 3 de septiembre, cuando China organizó un desfile para conmemorar el 70º aniversario de la victoria contra Japón en la Segunda Guerra Mundial. El bajo perfil de la delegación norcoreana en aquel acto contrastó con la presencia en él de la presidenta de Corea del Sur, Park Geun-hye, y también llamó la atención el mejor trato de los anfitriones a esta mandataria.

Aún más vergonzante, porque parecía en principio un gesto anecdótico, fue el hecho de que el grupo de pop norcoreano favorito de Kim, las chicas de Moranbong, viajara a China en diciembre y se marchara de Pekín sin ofrecer los conciertos previstos. Aunque no hubo explicaciones oficiales, los rumores apuntan a que a los anfitriones no les gustó un repertorio excesivamente dedicado a elogiar al líder norcoreano.

El programa nuclear es, en todo caso, el gran motivo de enfrentamiento entre Pekín y Pyongyang, porque además pone en duda la capacidad de China para mediar en conflictos internacionales. Pekín acogió la pasada década las conversaciones a seis (entre China, las dos Coreas, Rusia, EE.UU. y Japón) para intentar detener ese programa a cambio de ayuda económica a Pyongyang, pero fracasó estrepitosamente, quedó como un gobierno sin poder de influencia, y eso la enemistó con Pyongyang.

“China llegó a decir del régimen de Corea del Norte que era rudo y poco razonable por estas pruebas, y Pyongyang le respondió llamando a Pekín ‘vicioso”, recordó el coronel retirado y analista político Yue Gang. Yue, en todo caso, advierte que, bajo las muestras públicas de rechazo, a China le podría interesar que Corea del Norte siga siendo un renglón torcido. “Seúl y Tokio se han acercado mucho después del reciente acuerdo de indemnización a Corea del Sur por el caso de las 'esclavas sexuales' en la Segunda Guerra Mundial, eso es desfavorable para China y la acción de Corea del Norte da cierto equilibro”, subrayó.

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