“No comparto, rechazamos como Estado cualquier intervención en conflictos internos de cualquier país del mundo ¿Cómo apoyar una confrontación interna con armamento?”, cuestionó Morales durante una rueda de prensa en el Palacio de Gobierno, en La Paz.
Bolivia, indicó el mandatario, se suma así al rechazo a la decisión estadounidense ya expresado por otros países, como China y Rusia.
Morales recordó que Naciones Unidas “ha observado que apoyar a un grupo opositor del Gobierno (sirio) con armamento es otra forma de intervención” y defendió que “cualquier problema de cualquier país requiere soluciones pacíficas”.
Mencionó el caso de Libia, donde a su juicio la intervención de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) “no ha resuelto” el problema y sólo ha servido para que “extranjeros, norteamericanos y países europeos” se apropien del petróleo de ese país.
“La OTAN ya no es sólo un instrumento para frenar el avance de países socialistas, es una institución de intervención para la dominación y el saqueo de los recursos naturales”, espetó Morales.
Además, reprochó que el pasado año en Bolivia, durante la huelga de los médicos de hospitales del Estado que duró 53 días, “algunos supuestos analistas políticos escribían en los periódicos diciendo que sería importante la intervención de cascos azules” (fuerzas de paz de la ONU).
“Cuando no pueden (apoyar) golpes de Estado, algunos intentan justificar la intervención de cascos azules”, añadió.
El presidente boliviano también se refirió a las relaciones de su país con Estados Unidos, y consideró que “una cosa es tener relaciones diplomáticas y otra, intervenciones bajo pretexto de relaciones diplomáticas”.
“Nosotros queremos tener buenas relaciones con todo el mundo”, aseguró el presidente.
Bolivia y Estados Unidos no tienen relación a nivel de embajadores desde que en 2008 Morales expulsó al entonces embajador de Washington en La Paz, Philip Goldberg, bajo acusaciones de conspirar contra su Gobierno, una medida que fue respondida por EE.UU. con la expulsión del embajador boliviano Gustavo Guzmán.
Ese mismo año, el país andino expulsó de su territorio a la agencia antidrogas estadounidense (DEA) , y en mayo pasado echó a la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid) por supuestas intromisiones en la política interna.
“Queremos relaciones de respeto mutuo y eso no llegó hasta ahora”, sostuvo Morales, quien precisó que “mejorar relaciones no significa que vayan a volver las bases militares de EE.UU o la DEA”, sino reponer embajadores para que haya cooperación, inversión, comercio.
Añadió que en el caso de la lucha contra el narcotráfico, nacionalizada por el Gobierno boliviano, la ayuda estadounidense “no es cooperación” sino “su responsabilidad”.
“Los tratados internacionales hablan de responsabilidad compartida”, arguyó Morales, quien subrayó que si Latinoamérica es el origen de la droga, “Estados Unidos es su mercado”.