Birmania: Suu Kyi no participará de Asamblea de ONU por crisis Rohingya

RANGÚN. La líder de Birmania, Aung San Suu Kyi, ante la indignación generada por la violencia que ha obligado al éxodo de 400.000 musulmanes Rohingya hacia Bangladés, no acudirá a la próxima Asamblea General de Naciones Unidas.

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Así lo informó el miércoles su gabinete.

El continuo flujo de refugiados, desatado por la cruenta respuesta de las fuerzas de seguridad a una serie de ataques de milicianos Rohingya, es el problema más severo que enfrenta Suu Kyi desde que asumió el liderazgo de la nación asiática el año pasado.

Sus críticos han pedido incluso que se le retire el premio Nobel de la Paz por el fracaso de sus esfuerzos por detener la crisis, que la oficina de Derechos Humanos de la ONU ha calificado de "un ejemplo de manual de limpieza racial".

Las agencias humanitarias tendrán que intensificar sus operaciones para responder al flujo de refugiados que está llegando a Bangladés, dijo un funcionario de alto rango de la ONU, añadiendo que los 77 millones de dólares que Naciones Unidas pidió la semana pasada no serían suficientes.

Pero un funcionario de seguridad fronteriza de Bangladés dijo que el número de personas que está cruzando por su área ha disminuido fuertemente, al parecer debido a que todos se han alejado de las zonas más afectadas por la violencia.

Suu Kyi, en su primer discurso ante la ONU como líder de Myanmar en septiembre del año pasado, defendió los esfuerzos de su gobierno para resolver la crisis por el trato que recibe esta minoría musulmana.

Este año, su despacho dijo que no asistiría a la cita en Nueva York debido a la amenazas a la seguridad que representan los insurgentes y a sus esfuerzos para restaurar la estabilidad.

"Ella está tratando de controlar la situación de seguridad, de lograr la paz y estabilidad internas y prevenir la propagación de este conflicto", declaró a Reuters Zaw Htay, portavoz de la oficina de Suu Kyi.

La presión internacional ha ido creciendo sobre Myanmar, un país de mayoría budista, para que ponga fin a la violencia desatada en el occidental estado de Rakhine el 25 de agosto, cuando milicianos Rohingya atacaron 30 puestos policiales y un campamento militar.

Los ataques provocaron una contraofensiva militar contra los insurgentes, a quienes el Estado califica de terroristas. Los refugiados dicen que la ofensiva apunta a expulsar a los Rohingya de Myanmar.

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