Balance agridulce para los cinco años de pontificado de Francisco

CIUDAD DEL VATICANO. El papa Francisco celebra el martes cinco años como pontífice, en un clima agridulce por las críticas que llueven de todo el mundo por sus flaquezas frente al fenómeno de la pedofilia.

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Desde que fue elegido al trono de Pedro, la noche lluviosa del 13 de marzo de 2013, Francisco ha tenido que encarar importantes desafíos, entre ellos los escándalos por abusos sexuales, la creciente pérdida de fieles y una dura disidencia interna que se resiste a toda reforma.

De cara a la saga de abusos sexuales cometidos por curas, el papa argentino ha mantenido la línea de ’tolerancia cero’ impulsada por su predecesor Benedicto XVI. Sin embargo, la defensa pública del obispo chileno de Osorno, Juan Barros, acusado de haber encubierto casos de abusos sexuales y, sobre todo, su pedido de pruebas a las víctimas, ensombrecieron su visita en enero pasado a Chile.

Ante el desconcierto generado, el Papa decidió revisar el caso, pedir disculpas públicas y enviar a un investigador especializado, un gesto calificado de valiente y poco común para un pontífice.

“Las intenciones del Papa son buenas, pero no se transforman en acciones”, resumió la irlandesa Marie Collins, símbolo internacional de la lucha contra la pedofilia, quien renunció hace un año, indignada, a formar parte de la comisión vaticana encargada para combatirla y que Francisco acaba de renovar. Como Collins, muchos católicos piden al papa argentino que pase de las palabras y gestos valientes a acciones concretas.

El primer papa latinoamericano ha pronunciado más de mil discursos en cinco años, durante los cuales ha hablado de pobres y pobreza en 1.300 ocasiones, mucho más que todos sus predecesores, inclusive de Juan Pablo II que reinó 27 años, según un estudio para la revista italiana Il Venerdi del diario La Repubblica.

“Su sensibilidad hacia la pobreza ha caracterizado todo su camino como pastor de la Iglesia y testigo de Cristo”, reconoció el cardenal Piero Parolin, Secretario de Estado, en el prólogo del libro El otro Francisco publicado por la cuestionada editorial InfoVaticana.

En sus mensaje al mundo y especialmente a América Latina, región que ha visitado en cinco ocasiones, Francisco se ha mostrado sumamente sensible a los problemas sociales y ha denunciado sin cesar uno de los grandes males de la sociedad moderna: el aumento de la brecha entre ricos y pobres.

Para muchos vaticanistas y autores de cientos de libros sobre Francisco es seguramente el mayor legado que deja Francisco, tal como lo prometió durante los primeros días de su pontificado: “Quiero una Iglesia pobre para los pobres”, un “hospital de campaña” vecina a los pecadores, en diálogo con el mundo de hoy.

Un modelo de Iglesia que se inspira a las enseñanzas de Pablo VI, el papa que modernizó la Iglesia en los años 60 y que propone como ejemplo al arzobispo salvadoreño Oscar Romero, la “voz de los sin voz”. A los dos proclamará santos este año.

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Duramente cuestionado por los sectores más conservadores después de la publicación de su exhortación apostólica Amoris Laetitia, donde los divorciados vueltos a casar pueden acceder a la comunión en algunas casos, el pontificado de Francisco ha perdido en estos cinco años el impulso y entusiasmo inicial que suscitaba.

Según el vaticanista Marco Politi, el pontífice argentino da “dos pasos hacia adelante y uno hacia atrás” y sus esfuerzos a favor de las reformas internas así como sus aperturas doctrinales han generado también malestar y críticas abiertas, entre ellas del ex prefecto para la Doctrina de la Fe, el cardenal alemán Gerhard L. Muller.

“Su magisterio nunca es claro, sino que se presta a interpretaciones”, sentenció el veterano vaticanista Sandro Magister, entre los mayores críticos de Francisco.

Si bien reformar la Curia romana resulta una labor titánica, “limpiar el Vaticano es como limpiar la esfinge de Egipto con un cepillo de dientes”, como reconoció el mismo papa, es evidente que Francisco está dejando su huella: de los cerca de 120 cardenales electores en caso de cónclave, casi 50 han sido designados por él.

Es decir que la Iglesia del futuro estará marcada por su visión, la de un hombre que viene del sur del mundo, que desprecia los palacios, preocupado por los conflictos olvidados del planeta y gran defensor de la paz.

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