Con ocasión del Día Internacional de las Montañas, la Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO) señaló que el número de personas con inseguridad alimentaria que vive en las regiones montañosas de los países en desarrollo ascendió a 329 millones en 2012, frente a los 253 millones del 2000.
Este aumento del 30% contrasta con el hecho de que la población total de montaña en el mundo apenas ha crecido un 16% en ese mismo periodo. De esta forma, uno de cada tres habitantes de montaña sufre la amenaza del hambre, mientras que la proporción en los países en desarrollo a nivel mundial está en uno de cada ocho.
Las condiciones de vida han empeorado sobre todo para la población rural, la mitad de la cual padece inseguridad alimentaria, según el estudio. La dureza del clima, las dificultades del terreno y la marginación política y social son algunos de los factores citados por la FAO para explicar la vulnerabilidad de estas personas frente a la escasez de alimentos.
Asimismo, el hambre y las deficiencias de micronutrientes contribuyen a una mayor tasa de mortalidad materna e infantil en esas regiones, al tiempo que son consecuencia de la pobreza y al mismo tiempo la perpetúan, apunta la organización. Las montañas cubren un 22% de la superficie terrestre del planeta y albergan el hogar de unos 915 millones de personas, el 13% de la población mundial.
El 90% de estas personas vive en países en desarrollo, la mayoría de las cuales dependen de la agricultura de subsistencia y se ven amenazados por el cambio climático, según el estudio. Por regiones, la población de montaña de Asia considerada vulnerable a la seguridad alimentaria subió un 26% en doce años, hasta 192 millones, mientras que en África la cifra aumentó un 46%, hasta 86 millones.
En América Latina y el Caribe, el número de habitantes en riesgo de pasar hambre aumentó un 22%, de 39 millones en 2000 a 48 millones en 2012. El informe también muestra que grandes áreas rurales han sido abandonadas por personas que estaban afrontando situaciones dramáticas, lo que ha supuesto una mayor presión demográfica en las zonas a las que se han mudado y pérdidas en las que han dejado atrás a nivel cultural, económico y ambiental.