Con esta nueva ola de desplazamientos, el total de niños desplazados por la violencia yihadista en Nigeria y en la región asciende a 1,4 millones. Sólo en el norte de Nigeria, cerca de 1,2 millones de niños -más de la mitad menores de 5 años- se han visto obligados a abandonar sus hogares a causa de la violencia que asuela la región.
Otros 265.000 niños han huido de sus casas en Camerún, Chad y Niger.
El portavoz de la Unicef, Christoph Boulierac, explicó en rueda de prensa que al menos 23.000 de ellos son niños no acompañados que no cuentan con ninguna tutela de un adulto. A pesar de esta situación, el llamamiento humanitario de Unicef para lidiar con esta crisis sólo cuenta con un 32 por ciento de los 50,3 millones solicitados.
“Es frustrante que esto ocurra, que no tengamos dinero para actuar, porque Unicef está totalmente operativa sobre el terreno. Listos para poder actuar, para llevar a cabo más acciones esenciales en cuanto contemos con los fondos”, agregó Boulierac.
Concretamente, y como consecuencia de esta falta de fondos, Unicef no puede vacunar contra el sarampión a 124.000 niños desplazados; no puede entregar agua potable a 83.000 menores; y no puede dar apoyo educativo a otros 83.000.
Dicho esto, desde el inicio del año la agencia de Naciones Unidas para la Infancia ha logrado vacunar contra el sarampión a más de 315.00 niños; ha podido tratar a cerca de 65.000 niños menores de cinco años contra la malnutrición infantil; más de 200.000 personas han recibido agua potable; y casi 65.000 niños desplazados han obtenido material escolar para poder proseguir con su educación.
Además, cerca de 72.000 niños desplazados han recibido apoyo psicosocial para lidiar con las consecuencias de su desarraigo.
Consultado sobre si entre los desplazados se encuentran niños que previamente habían sido reclutados sobre Boko Haram y si se les da un tratamiento específico, Boulierac indicó que el apoyo psicosocial tiene en cuenta el adoctrinamiento al que son sometidos muchos menores.