Los 12 jurados titulares y seis suplentes fueron seleccionados la semana pasada, tras tensos interrogatorios en los cuales al menos cinco personas fueron descartadas porque temían por su vida y una sufrió un ataque de pánico que la dejó en el hospital.
Para preservar su seguridad, los jurados serán escoltados por alguaciles armados cada día a la corte y sus nombres son mantenidos en el anonimato. Con perros entrenados y aparatos para detectar gas y explosivos, decenas de policías refuerzan la vigilancia en el tribunal de Brooklyn. Joaquín “Chapo” Guzmán es acusado de liderar el cártel de Sinaloa y convertirlo en la mayor organización criminal del planeta, con el envío de más de 155 toneladas de cocaína a Estados Unidos durante 25 años.
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“Este es un caso emblemático para el gobierno, no solo por los supuestos crímenes del acusado sino porque es un caso para dar el ejemplo en la guerra de Estados Unidos contra el narcotráfico internacional”, dijo a la AFP René Sotorrio, un abogado de Miami que defiende a los hermanos Rivera Maradiaga, exlíderes del cártel hondureños Los Cachiros que podrían atestiguar contra el Chapo. Sotorrio dijo que en más de 40 años de experiencia en casos federales nunca vio medidas tan extremas de seguridad.
Por considerar que puede escapar u ordenar ataques contra testigos que colaboran con el gobierno, el juez federal Brian Cogan rechazó el pedido del Chapo para saludar y dar “quizás un abrazo” de unos segundos a su joven esposa Emma Coronel este martes, al comenzar el proceso.
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Los abogados del Chapo, que se escapó dos veces de prisiones mexicanas, en 2001 y 2015, habían solicitado al juez que permitiese este “gesto humanitario” entre los cónyuges, a quien el gobierno prohíbe hablar por teléfono o verse personalmente desde su extradición a Nueva York hace casi dos años.
Durante el proceso, que durará más de cuatro meses, el jurado deberá decidir si el Chapo, de 61 años, considerado el mayor narcotraficante del mundo tras la muerte del colombiano Pablo Escobar, es culpable o no de 11 delitos de tráfico y distribución de droga, posesión de armas y lavado de dinero.
Su condena puede acarrearle la cadena perpetua. La fiscalía, que prepara el caso desde hace años, asegura que el imperio criminal del Chapo, con tentáculos en las Américas, Asia y Europa, facturó unos 14.000 millones de dólares. Las autoridades nunca pudieron incautar un peso.
El Chapo se declara inocente, pero el gobierno ha presentado montañas de evidencia: más de 300.000 páginas de documentos y al menos 117.000 grabaciones de audio, más centenares de fotos y videos.
“La fiscalía tiene pruebas abrumadoras contra él”, estimó Sotorrio. Un gran secreto rodea el caso. Habrían “decenas y decenas de individuos que de alguna manera han hecho negocios con la organización del Chapo y se han ofrecido como testigos contra él”, según Sotorrio.
Por esto, “lo más probable es que la fiscalía se sienta con cierta confianza” , añadió. Los testigos cooperantes que estén en prisión o en el programa de protección de testigos pueden lograr una reducción significativa de su pena, pero la fiscalía estima que ellos y sus familias corren riesgo de vida.
Por eso, el gobierno pidió al juez que en los bocetos de la corte no se dibujen las caras y peinados de algunos de ellos. En las fotos que se presenten como evidencia, sus rasgos serán esfumados para evitar que sean identificados.
Aunque el Chapo no está acusado de homicidio, la fiscalía asegura que posee pruebas de al menos 33 asesinatos cometidos u ordenados por él. En su celda de Manhattan, el Chapo ha pasado 22 meses aislado durante 23 horas al día. Los únicos que pueden visitarle son sus abogados y sus hijas mellizas de siete años, pero solo a través de una mampara de vidrio.