“Hoy tenemos los paisajes florecientes de los que entonces habló Helmut Kohl”, señala Merkel en su vídeo semanal en referencia a la promesa de un futuro mejor que hizo el canciller de la reunificación el 1 de julio de 1990, con motivo de la unión monetaria y económica entre la antigua República Federal de Alemania (RFA) y la RDA.
Ante la conmemoración el próximo 9 de noviembre del aniversario de la caída del muro, Merkel rememora ese momento histórico y los avances conseguidos desde entonces, pesar de que persistan “diferencias estructurales” entre el este y el oeste.
Entre esas diferencias, apunta a la mayor tasa de desempleo que persiste en los “Länder” del este, cuyos habitantes comprobaron en muchos casos que no podían acceder al nuevo mercado laboral con su experiencia o sus oficios de la Alemania comunista.
Como muestra de los éxitos, subraya que se ha puesto fin a la emigración interna: el año pasado, Sajonia, en el este, recibió más ciudadanos del oeste de los que decidieron trasladarse al territorio de la antigua RFA.
Merkel recuerda el “sentimiento indescriptible” que vivió el 9 de noviembre de 1989 cuando, tras acudir con una amiga a la sauna, supo de la apertura del muro y cruzó a Berlín oeste por el paso de la Bornholmer Strasse, el primero que se abrió al tránsito libre. “Creo que esa sensación no se olvida. Desde luego yo nunca la olvidaré”, asegura.
Todavía hoy, cuando pasa bajo la emblemática Puerta de Brandeburgo, recupera esos recuerdos y tiene presente que tuvo que esperar 35 años para vivir aquella “sensación de libertad”.
La canciller repasa el contexto político y social que enmarcó la caída del muro de Berlín, la debilidad del bloque soviético, el liderazgo de Mijail Gorbachov en la URSS y la incapacidad de la RDA para cubrir las necesidades económicas de sus ciudadanos y dar respuesta a sus aspiraciones.
Elogia así la “valentía” de los movimientos en defensa de los derechos civiles y les da las gracias por haber dado valor a miles y cientos de miles de ciudadanos que salieron a la calle de forma pacífica y propiciaron el cambio.
Merkel no olvida que durante décadas la división de Alemania y de Berlín rompió relaciones familiares y de amistad y pone su mirada en la nueva generación de ciudadanos que ha nacido ya en una país unificado.