La ONG defensora de los Derechos Humanos llamó a proteger a las comunidades musulmanas de las milicias “Anti-Balaka”, de civiles cristianos, a las que acusó de “violentos ataques en un intento de limpieza étnica”.
“Las fuerzas de paz internacionales deben romper el control de las milicias 'Anti-Balaka' y aportar tropas suficientes en las poblaciones donde los musulmanes se encuentran amenazados”, exigió AI, en un comunicado. El resultado de los ataques “es un éxodo musulmán de proporciones históricas”, aseveró Joanne Mariner, consejera de respuesta a situaciones de crisis de la organización.
Además, criticó la “tibia” respuesta de la comunidad internacional a esta crisis, ya que las fuerzas de paz han sido reticentes a desafiar a las milicias “Anti-Balaka” y han reaccionado con lentitud a la hora de proteger a la minoría musulmana.
Las fuerzas de paz “han facilitado la violencia en algunos casos, al permitir que las abusivas milicias 'Anti-Balaka' llenen el vacío de poder creado por la partida de los Séléka”, criticó Donatella Rovera, otra experta de AI en materia en situaciones de crisis.
El antiguo grupo rebelde Séléka, de mayoría musulmana, ocupó el poder tras derrocar a François Bozizé en marzo de 2013, contra quien se habían alzado en armas el diciembre anterior.
En las últimas semanas, AI ha recogido más de un centenar de testimonios sobre los ataques a gran escala de las milicias cristianas contra civiles musulmanes en las ciudades del noroeste del país (Bouali, Boyali, Bossembele, Bossemptele y Baoro) donde las tropas internacionales no se habían desplegado.
El ataque más grave tuvo lugar el 18 de enero en Bossemptele, donde al menos 100 musulmanes fueron asesinados, fundamentalmente mujeres y ancianos, entre ellos un imán de 70 años. La población musulmana ha huido de numerosas ciudades y pueblos, mientras que los pocos que han permanecido en sus municipios se han refugiado en mezquitas.
Incluso en el barrio PK 5 de la capital del país, centro de la comunidad musulmana de Bangui, miles de personas han dejado sus casas.
Un niño llamado Abdul Rahman relató a Amnistía Internacional cómo el pasado 14 de enero el camión en el que viajaba fue detenido en un puesto de control “Anti-Balaka”. Los milicianos obligaron a bajar del vehículo a todos los pasajeros musulmanes y seis miembros de su familia fueron asesinados: tres mujeres y tres niños pequeños.
La actual crisis se ha gestado tras el golpe de Estado de Séléka, rebeldes de mayoría musulmana frente a una población esencialmente católica, que ha hecho que el conflicto haya tomado una vertiente religiosa.
En el poder durante casi diez meses, los exrebeldes de Séléka fueron responsables de masacres, ejecuciones extrajudiciales, violaciones, torturas y saqueos, así como la quema y destrucción de aldeas cristianas.
Tras la retirada de los Séléka, las fuerzas internacionales han permitido a las milicias “Anti-Balaka” tomar el control de una ciudad tras otra. Según AI, la violencia resultante y las expulsiones forzosas de las comunidades musulmanas “eran predecibles”.
Miembros armados de las comunidades musulmanas, que actúan de forma independiente o junto a las fuerzas de Séléka, también han cometido ataques sectarios a gran escala contra civiles cristianos. “Es hora de que la operación de mantenimiento de la paz en la RC proteja a la población civil, se despliegue en las zonas amenazadas y detenga este éxodo forzado”, concluyó Joanne Mariner.