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Mientras tanto, un arroyo que fluye del “dique de colas” del ingenio de la mina Santiago Apostol, en el sur del altiplano, transporta gran cantidad de residuos tóxicos de minerales, entrelama oscura y pestilente, al rio Colavi, afluente del Pilcomayo. José Luís Ríos, fiscal de la provincia Cornelio Saavedra (Potosí), confirmó “el efecto catastrófico” para decenas de comunidades agrícolas de las riberas de la cuenca del Pilcomayo y pidió a sus habitantes que eviten el consumo de esas aguas.
La gente de las riberas del Pilcomayo, que marca límites de los departamentos de Potosí, Chuquisaca y Tarija en 2.400kilómetros, denunció en 2011 contaminación por aguas de los ingenios de tratamiento de minerales de zinc, plata y estaño. Ríos, que ordenó a la mina Santiago Apostol que cese sus operaciones, dijo el viernes que el dique de aguas contaminadas “no cumplía con las normas ambientales. Ni siquiera contaba con la geomembrana” de protección y las aguas filtraban a tierra.
Según el viceministro de desarrollo minero, Víctor Hugo Llanos, si un informe técnico confirma mañana “daños humanos” se pedirá a la gobernación de Potosí el cierre definitivo de la empresa y se la multará en proporción a su capital declarado. El secretario de coordinación de la gobernación de Potosí, René Navarro, aseguró que el peligro de contaminación afecta “nosólo a Tacobamba, sino a otras regiones”.
El arroyo que transporta los desechos tóxicos desemboca en el río Colavi, que pasa por la comunidad de Chari Chari, municipio Tacobamba, antes de desaguar en el Pilcomayo, que marca límites con Argentina y Paraguay y desemboca en el río Paraguay. Según autoridades bolivianas la contaminación del Pilcomayo "es de gran magnitud" desde hace tiempo, por lo que disminuyó la pesca del sábalo, principal alimento del pueblo indígena Weenhayek, cuyos habitantes emigran a otras regiones.