La invasión causó un número hasta hoy desconocido de millares de muertos y cambió radicalmente la historia del país.
Fueron más de 26.000 efectivos que el ejército de Estados Unidos envió al pequeño país centroamericano como último recurso para lanzar un ataque masivo contra Noriega y sus hombres, tras los fallidos intentos políticos y las sanciones económicas de Ronald Regan (1981-1989) para presionar su salida del poder.
Tras ser derrocado el régimen militar, el país centroamericano se recuperó de la crisis económica que provocó el régimen de Noriega y entró en una etapa sostenida de gobiernos elegidos democráticamente hasta el actual de Juan Carlos Varela.
Las Fuerzas de Defensa de Panamá (FDP), comandadas por Noriega con solo 12.000 efectivos y el apoyo de los denominados Batallones de la Dignidad, civiles entrenados y armados por los militares, no pudieron resistir el fulminante y masivo ataque estadounidense.
Las fuerzas de Noriega fueron atacadas con modernos armamentos que Estados Unidos estrenó en Panamá, como el llamado avión furtivo o invisible (F-117 Nighthawk) y el helicóptero AH-64 Apache, entre otros, que después utilizó en la guerra del Golfo Pérsico (1990-1991).
Las múltiples publicaciones y libros que recogen la historia de la denominada Operación “Causa Justa” con que Estados Unidos bautizó su intervención para derrocar, capturar y condenar por narcotráfico a Noriega, preso en Panamá desde 2011, coinciden en que fue la más grande acción militar del país norteamericano desde la de Vietnam. También el envío de 3.000 paracaidistas fue el más monumental desplegado hasta ese momento, desde la Segunda Guerra Mundial, por el ejército estadounidense.
La invasión, que puso fin a 21 años al régimen que se instaló tras el golpe de Estado del 11 de octubre de 1968 y que tuvo entre sus líderes al general Omar Torrijos (1929-1981), fue ordenada por el presidente estadounidense George H. Bush (1989-1993).
Estados Unidos justificó su acción por la necesidad de proteger la vida de estadounidenses en Panamá; capturar a Noriega, para juzgarlo por lavado de dinero y narcotráfico; restablecer la democracia; y poder dar cumplimiento de los Tratados del Canal.
La invasión fue el capítulo final de la caída de Noriega, que se forjó con el asesinato que se le atribuyó en 1985 del opositor Hugo Spadafora y las acusaciones públicas que dos años después hizo en su contra el coronel Roberto Díaz Herrera, segundo al mando del régimen. Díaz Herrera, tras jubilarse, acusó a éste de fraude electoral en las elecciones de mayo de 1989, así como de estar vinculado en la muerte de Torrijos en un accidente aéreo en 1989, y de narcotráfico.
El coronel retirado, con varios libros sobre el tema, motivó con su acción la creación de la Cruzada Civilista, integrada por ciudadanos, empresarios, banqueros y clases pudientes que ayudaron al desgaste de Noriega entre 1987 y 1989.
El preámbulo de la operación Causa Justa también estuvo marcado por constantes incidentes previos entre las FDP y las fuerzas del Comando Sur en Panamá, especialmente la muerte en un intercambio de disparos del teniente estadounidense Robert Paz Fisher dos días antes de la invasión.
También una resolución de la Asamblea Nacional de Representantes de Corregimiento en apoyo de Noriega del 15 de diciembre de 1989, declarando a Panamá en “estado de guerra” crispó la situación.
Noriega, que fue el hombre de confianza de Estados Unidos en Panamá, reclutado por la CÍA cuando estudiaba milicia en Perú, purga una condena de más de 60 años de cárcel en su país, luego de pagar otros 21 años en Estados Unidos y Francia por narcotráfico y blanqueo de dinero.
Pasados 25 años, aún son objeto de debate las “verdaderas razones” de Washington para invadir Panamá, y si era necesario hacerlo para capturar a Noriega.
El médico y escritor Mauro Zúñiga, que fue perseguido por los militares panameños, señala en un artículo que el ataque para capturar a Noriega deja dudas ya que con la tecnología de la que disponía Estados Unidos “en ningún momento le perdieron la pista”.
“Entonces, ¿por qué invadieron? ¿Para proteger el Canal?. Falso: en ningún momento estuvo en peligro. ¿Para destruir a las Fuerzas de Defensa?. Falso: ellos las han mantenido desde su fundación y bastaba con quitarle el apoyo para que desaparecieran. ¿Para ensayar armas de destrucción masiva?. Sí, eso se comprobó”, remarca Zúñiga.
En cuanto a las víctimas, Zúñiga afirma que en la invasión “mataron a más panameños en pocos días que los ejecutados durante todo el régimen militar”.