Según esta radio promovida por la ONU, que citó "fuentes cercanas a estas negociaciones", los rebeldes finalizaron su participación en las conversaciones directas con el Gobierno congoleño en Doha.
Este diálogo, que duró casi tres semanas, resultó en gran medida infructuoso, a pesar de unas pocas reuniones directas entre las dos delegaciones.
Según las citadas fuentes, la delegación del M23, encabezada por su presidente, Bertrand Bisimwa, salió el martes de Doha para regresar a Goma, capital de la provincia nororiental de Kivu del Norte, donde el grupo rebelde tiene su cuartel general desde enero.
Las conversaciones fracasaron debido a profundos desacuerdos, en particular en torno al proyecto de comunicado conjunto, destinado a sentar las bases para un diálogo constructivo entre las dos partes, indicó Radio Okapi
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Otro punto de discordia radica en que los emisarios del Gobierno supuestamente querían que ambas partes se comprometieran a alentar a los grupos armados a deponer las armas, algo a lo que el M23 presuntamente se opuso, acusando a Kinsasa de colaborar con varias de esas mismas milicias.
Además, los rebeldes exigieron la retirada de los soldados de las Fuerzas Armadas de la República Democrática del Congo (FARDC) y sus milicias aliadas de Walikale, ciudad que recientemente ha sido vuelta a ocupar por esas fuerzas después de que los insurgentes se replegaran.
El M23, que cuenta con apoyo de la vecina Ruanda, considera esta retirada de Walikale una señal de buena fe.
Los rebeldes, añadieron las fuentes, condicionan ahora la reanudación de las negociaciones al nombramiento por parte de Kinsasa de "delegados capaces de tomar decisiones claras y no sólo expertos con un mandato vago".
Se trata de las primeras conversaciones cara a cara entre ambas partes desde que se intensificó la ofensiva del M23 el pasado enero en el este de la RDC, donde el grupo conquistó numerosos territorios en las provincias vecinas de Kivu del Norte y Kivu del Sur, incluidas sus capitales.
El presidente de la RDC, Félix Tshisekedi, y su homólogo de Ruanda, Paul Kagame, ya se reunieron el pasado 18 de marzo en Catar para abordar el conflicto.
"Los jefes de Estado reafirmaron el compromiso de todas las partes con un alto el fuego inmediato e incondicional", destacaron entonces en un comunicado conjunto tras el encuentro en Doha, en el que actuó como mediador el emir catarí, Tamim bin Hamad Al Thani.
Esa reunión ocurrió el mismo día en que debía empezar en Angola, país que actuaba también como mediador, un diálogo de paz directo entre las partes, que finalmente no tuvo lugar después de que el M23 cancelara su participación tras la imposición de sanciones contra algunos de sus líderes por parte de la Unión Europea.
El conflicto del este de la RDC escaló a finales del pasado enero, cuando el grupo rebelde tomó Goma y Bukavu, capital de Kivu del Sur; ambas fronterizas con Ruanda y ricas en minerales como el oro o el coltán, fundamentales para la industria tecnológica y en la fabricación de teléfonos móviles.
Desde la intensificación de la ofensiva del M23, apoyado por Ruanda -según las Naciones Unidas y países como EE.UU., Alemania y Francia-, cerca de 1,2 millones de personas se han visto desplazadas en estas dos provincias, según datos de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) de la ONU.
Además, los enfrentamientos que estallaron en Goma y alrededores dejaron más de 8.500 muertos en enero, detalló a finales de febrero el ministro congoleño de Salud Pública, Samuel Roger Kamba.
La actividad armada del M23, un grupo formado principalmente por tutsis que sufrieron el genocidio ruandés de 1994, se reanudó en Kivu del Norte en noviembre de 2021 con ataques relámpago contra el Ejército congoleño.
El este de la RDC está sumido desde 1998 en un conflicto alimentado por milicias rebeldes y el Ejército, a pesar de la presencia de la misión de paz de la ONU (Monusco).
