La vida de la bebé Nur y de miles de refugiados pende de un hilo por los recortes de Trump

Carles Grau Sivera y Samar EzzatEl Cairo, 27 mar (EFE).- Con tan solo un año de vida y a duras penas, la pequeña Nur sobrevivió a una odisea de cuatro días para escapar de la guerra en Sudán hacia Egipto, donde sus padres tenían la esperanza de que pudiera recibir tratamiento para la leucemia. Pero los recortes de Estados Unidos a las organizaciones humanitarias amenazan sus opciones de vida, así como la de miles de refugiados.

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Sus padres, Ayman y Riyan, no desaprovechan ni un segundo para acariciar, abrazar y tratar de que la bebé entienda que no lucha sola contra una enfermedad que la ha obligado a someterse a una agresiva quimioterapia, un tratamiento que tendrá que detener por esta crisis de financiación.

"Hace unas semanas, la médica que hace seguimiento de nuestro caso nos informó de que pararán ya el apoyo financiero", dice angustiado a EFE Ayman, de 33 años, que junto a sus cuatro hijos y su mujer tuvo que dejarlo todo en Jartum y entrar de manera ilegal a Egipto para salvar la vida de Nur (Luz, en árabe).

Ahora sobrevive con su familia en un humilde apartamento en el norte de El Cairo, y es uno de los más de 1,5 millones de sudaneses que han cruzado a territorio egipcio para huir de la guerra en su país, ahora convertido en el escenario de la peor crisis humanitaria del planeta.

El conflicto iniciado en abril de 2023 ha desplazado a más de 12,5 millones de personas y ni siquiera se sabe cuántas han muerto, aunque algunas estimaciones elevan la cifra a 150.000.

Recortar las opciones de vida

La decisión de la Administración de Donald Trump de recortar o cerrar directamente los fondos destinados a las organizaciones humanitarias ha obligado a la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR), entre otras, a suspender varios de sus servicios vitales, como los tratamientos para miles de sudaneses en Egipto.

"Es muy preocupante porque, en materia de salud, prácticamente la mitad de nuestro presupuesto dependía de fondos estadounidenses. Esto pone en peligro nuestra labor", lamenta en declaraciones a EFE el responsable de Salud Pública de ACNUR en Egipto, Jakob Arhem.

Desde las oficinas de la agencia de la ONU en El Cairo, asegura que la organización se ve obligada a recortar los tratamientos para enfermedades crónicas, quimioterapias, cirugías o programas para los problemas de salud mental.

"La forma de abordar (los recortes) es priorizar las intervenciones directas que salvan vidas, que en este caso se limitan a salvar vidas en 24 horas. Podemos seguir cubriendo el gasto, pero todo lo demás debe desaparecer", asevera.

Estados Unidos se convirtió a lo largo de varias décadas en el donante más importante de prácticamente todos los organismos de la ONU y, hasta el retorno de Trump, aportaba el 25 % de toda la financiación, con algunos casos en los que llegaba a cubrir hasta el 50 % del total.

En el caso de ACNUR, sus finanzas dependían en un 40 % de la financiación estadounidense, que otorgó más de 2.000 millones de dólares a esta agencia en 2024.

La única alternativa para hacer frente a estos recortes, según Arhem, es intentar derivar a los refugiados al sistema público egipcio o a otras organizaciones humanitarias, aunque advierte que muchas de ellas "también se han visto afectadas" y no tienen fondos para financiar tratamientos.

El precio de salvar a Nur

Ayman no escatima en detalles a la hora de explicar el calvario que supone intentar salvar la vida de su bebé. Primero pasaron por hospitales de Asuán, en el sur de Egipto, para hacerle transfusiones de sangre y, posteriormente, llegaron a El Cairo para iniciar la quimioterapia.

Haber entrado de manera ilegal a Egipto fue un gran obstáculo, ya que asegura que fueron rechazados en algunos hospitales públicos y se les exigía pagar el coste íntegro de cada paso del tratamiento, aunque solo contaban con 33.000 libras egipcias en su bolsillo (unos 653 dólares).

"Si falla el tratamiento de nuestra hija un solo día puede ser catastrófico", dice entre lágrimas Riyan.

Otras organizaciones como Save the Children les ayudaron a acabar de financiar las primeras etapas de la quimioterapia, pero tanto Ayman como su mujer están desesperados.

"La actual etapa del tratamiento es la tercera. Consiste en 120 semanas y estamos en la semana número 13, todavía queda un largo camino... Cada dosis cuesta casi 40.000 libras (792 dólares) y no sabemos qué hacer", asegura.

Al Nur Abdalá al Yahya, un líder comunitario sudanés en Egipto, país al que llegó en 2013 como refugiado y en el que ahora trata de ayudar a sus compatriotas para minimizar el dolor de su experiencia lo máximo posible, reconoce que esta es una labor titánica que ahora es casi imposible de cumplir.

"Tras la asunción de Trump, se tomaron decisiones que afectaron a la comunidad de refugiados de forma directa (...) las ONG ya no tienen fondos para muchos casos, incluso para casos de enfermedades crónicas. Ya nadie les puede proporcionar medicinas de forma regular", sentencia.

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