Saakashvili, jefe del Estado entre 2004 y 2013, actualmente cumple una pena de seis años por corrupción y abuso de poder, y la condena dictada hoy es la tercera contra su persona.
El pasado miércoles el mismo tribunal condenó al exmandatario a 9 años de prisión por malversación de dinero público durante su mandato al frente del país, sentencia que aún puede ser recurrida.
Según la legislación georgiana, las penas de prisión no se suman, sino que solo se cumple la mayor por lo que Saakashvili podrá recuperar la libertad dentro de 5,5 años debido a que ha cumplido ya 3,5 años de su primera condena.
Saakashvili entró clandestinamente en Georgia el 29 de septiembre de 2021 y fue detenido al mes siguiente.
Ya en prisión el expresidente se declaró en huelga de hambre y fue ingresado en un hospital del sistema penitenciario.
En mayo de 2022, ante el empeoramiento de su salud, sus abogados consiguieron su traslado a un clínica privada de la capital georgiana, donde se encuentra recluido hasta el día de hoy.
"Quieren destruirme en prisión por mi amor y el servicio a los pueblos de Georgia y Ucrania", declaró Saakashvili ese lunes en referencia también a su labor como gobernador de la región ucraniana de Odesa entre 2015 y 2016.
Según el exmandatario, quien participó en la lectura del veredicto judicial a través de una videoconferencia, su nombre siempre estará asociado a la lucha por "la libertad y el bien".
"Seré peligroso para estas fuerzas del mal, tanto en prisión como después de la muerte", aseguró.
La puesta en libertad de Saakashvili es una de las exigencias de la oposición, que se manifiesta periódicamente desde noviembre pasado para demandar nuevas elecciones parlamentarias y la liberación de todos los presos políticos.
Las protestas estallaron después de que el Gobierno del partido Sueño Georgiano congelara las negociaciones para el ingreso de la nación caucásica en la Unión Europea.
