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El grupo islamista, considerado por Paraguay desde 2019 como grupo terrorista, pidió al Gobierno de Santiago Peña que revierta su decisión de trasladar su embajada en Israel a la ciudad de Jerusalén.
“Pedimos al Gobierno paraguayo revertir esta decisión, y ponerse del lado de los valores de humanidad, justicia y legalidad, y apoyar a nuestro pueblo oprimido”, dijo el grupo islamista en un mensaje.
Hamás dijo también que considera el traslado de la embajada una “vulneración” del derecho de los palestinos a acceder a sus tierras y una violación de las resoluciones de la ONU, que reconoce el este de Jerusalén como territorio palestino ocupado por Israel.
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El grupo Hamás es la mayor facción radical palestina, que no reconoce a Israel y procura su eliminación. La Franja de Gaza está bajo su control desde 2007. En 2019, durante el gobierno del entonces presidente Mario Abdo Benítez, Paraguay había declarado como organización terrorista a Hamás.
Mudanza de la embajada paraguaya
El presidente de Paraguay, Santiago Peña, reinauguró ayer, jueves, la embajada de su país en Jerusalén, en una ceremonia en la que participaron el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, y los ministros de Exteriores de ambos países.
“Nosotros creemos, y esto es parte de la fe, que la capital del pueblo judío es Jerusalén (desde) hace 3.000 años”, dijo Peña a EFE durante el acto.
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En mayo de 2018, el entonces presidente de Paraguay, Horacio Cartes, trasladó la embajada paraguaya de Tel Aviv a Jerusalén, siguiendo el ejemplo de Estados Unidos, pero pocos meses después su sucesor, Mario Abdo Benítez, revirtió la decisión, en un intento de mantener la neutralidad en el conflicto palestino-israelí.
Israel considera Jerusalén (incluida su parte este, ocupada en 1967 y anexionada unilateralmente en 1980) como su capital única e indivisible, en contra de la gran mayoría de la comunidad internacional, que mantiene su representación diplomática en Tel Aviv.
Solo Estados Unidos, Guatemala, Honduras, Kosovo y Papúa Nueva Guinea (y ahora Paraguay) tienen su embajada en Jerusalén.
Disputa por la capitalidad
El estatus de Jerusalén es una de las cuestiones más espinosas del conflicto palestino-israelí. La Ciudad Santa también tiene un estatuto religioso esencial.
Israel ocupa Jerusalén Este desde la guerra de 1967 y luego se anexionó esa parte de la ciudad, una acción que nunca fue reconocida por la comunidad internacional.
La mayoría de las embajadas extranjeras se encuentran en Tel Aviv, para no interferir en las negociaciones entre israelíes y palestinos.
Los israelitas (mayoritariamente judíos) consideran que Jerusalén es su capital desde hace más de 3.000 años por razones religiosas y políticas. Desde las dos destrucciones del Templo de Jerusalén y la consecutiva dispersión del pueblo judío, el judaísmo siempre evocó un retorno a Jerusalén. La Ciudad Santa era la capital del reino de Israel del rey David (siglo X antes de Cristo) y más tarde del reino judío asmoneo (siglo II antes de Cristo).
Los palestinos (mayoritariamente islámicos), que representan alrededor de un tercio de la población de la ciudad, reivindican Jerusalén como capital de su futuro Estado.
Para ellos la ciudad también tiene un estatuto religioso esencial: la Explanada de las Mezquitas, lugar desde donde –según el Islam– el profeta Mahoma ascendió al cielo, es el tercer sitio santo para los musulmanes.
Una ley fundamental israelí (texto de valor constitucional) aprobada en 1980 proclamó el estatuto de Jerusalén, capital “eterna e indivisible” de Israel. Pero esta decisión no fue reconocida por la comunidad internacional.