Yoon Suk Yeol, presidente de Corea del Sur, conmocionó al país y a la comunidad internacional el martes por la noche al decretar por primera vez desde la instauración democrática en 1987 una ley marcial y enviar soldados y tropas al Parlamento.
Los diputados opositores, mayoritarios en la cámara, consiguieron votar en contra del decreto y forzaron a Yoon a derogar la orden en la madrugada del miércoles, en una noche de drama y manifestaciones callejeras en esta nación clave en el tablero geopolítico de Estados Unidos en Asia.
Desde entonces, Yoon no había comparecido en público a pesar de la multiplicación de los pedidos de dimisión de manifestantes y oposición, que lo acusan de “insurrección”, pero también del líder de su partido, quien considera que su salida es “inevitable”.
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“La declaración de la ley marcial surgió de mi urgencia como presidente”, explicó Yoon en un discurso televisado en la mañana del sábado.
“Sin embargo, en el proceso, provoqué ansiedad e inconveniencia a la ciudadanía. Me disculpo sinceramente ante los ciudadanos que se sintieron muy angustiados”, expresó el mandatario surcoreano.
En su breve alocución, el presidente no ofreció su renuncia. “Dejaré a manos de mi partido estabilizar la situación, incluido mi mandato”, aseguró.
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