El alcalde, Pabel Muñoz, y cerca de 600 voluntarios, acudieron este sábado al Panecillo, una loma en el centro histórico de Quito, Ecuador, afectada por los incendios forestales, el origen de algunos de los cuales están bajo investigación al presumir que fueron provocados.
En la jornada de reforestación, denominada 'Quito, más verde que nunca', con palas, azadones y otros implementos, los voluntarios y las autoridades locales sembraron plantas nativas como pusupato, cholán, pumamaqui, nogal, aliso, guaba, arrayán y yalomán, seleccionados por la Secretaría de Ambiente.
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Estas especies contribuyen a fortalecer los ecosistemas locales, ofreciendo múltiples beneficios ambientales como mejorar la calidad del suelo, regular la temperatura, atraer fauna nativa y ayudar a mitigar los efectos del cambio climático, sostiene el Municipio.
“Este fin de semana 20.000 árboles serán plantados como parte de una campaña de reforestación que tomará diciembre y que se extenderá hasta el próximo año”, dijo Muñoz al tiempo de resaltar la alegría con la que la ciudadanía se sumó a esta propuesta.
Anotó que el sector privado también se adhiere a la iniciativa a través de un fideicomiso para plantar varios árboles más y agregó que, además de recuperar la cobertura vegetal, la estrategia contempla integrar el elemento 'azul', a través de la protección de fuentes de agua y cuerpos hídricos.
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Diez zonas
El secretario de Ambiente del Municipio, Santiago Sandoval, señaló que en el Panecillo se colocaron mil plantas de especies nativas, rastreras y arboladas, que se adaptan más rápido y mejoran el suelo.
“Iniciamos con la restauración de los lugares afectados por los incendios, pero nos extendemos a todo el cinturón verde de todo el Distrito Metropolitano”, dijo en uno de los seis puntos de la ciudad donde se dio la reforestación este sábado, mientras que el domingo continuará el proceso en otros cuatro puntos de la urbe.
Sandoval dijo a EFE que restaurar 2.000 hectáreas afectadas por los incendios ha significado un proceso de articulación con los vecinos y la academia, entre otros, para reportenciar el cinturón verde de la ciudad.
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Aunque este fin de semana se sembrarán 20.000 árboles, la proyección es plantar miles más durante la administración de Muñoz, aunque espera que el proceso continúe porque “es una política pública” de la ciudad. “Necesitamos tener a la ciudad más verde que nunca”, subrayó.
Por su parte, la vicealcaldesa, Fernanda Racines, expresó su tristeza al ver las cenizas que dejaron los incendios, pero anotó que “el sentimiento que viene a continuación es de alegría” por la siembra comunitaria.
Miles de voluntarios
Según la Secretaría de Ambiente, se contará con unos 5.600 voluntarios para participar en la llamada ‘Miga (trabajo comunitario) de la quiteñidad’.
Sandoval se congratuló de ver en las labores de reforestacíón a niños, jóvenes y adultos, y recalcó en la importancia de trabajar para que la gente tome conciencia de la importancia de cuidar la flora, así como de la conservación del agua y el correcto manejo de los residuos
Carmen Barros, directora fundación ‘Sol de Primavera’, que trabaja con adolescentes y jóvenes en desarrollo social y trabajos de vida, indicó que sembrar un árbol es “sembrar paz”.
Barros, que llegó a la zona del Panecillo con jóvenes de más de 34 barrios de Quito, anotó que pese al dolor que le significa ver la zona quemada, cree que sobre esas cenizas “va a renacer vida” con los árboles sembrados hoy, algunos de los cuales han bautizado con el nombre de los voluntarios, mientras a otros los han llamado ‘amor’, ‘ternura’ y ‘esperanza’.
Aclaró que no se limitarán a sembrar sino que los cuidarán posteriormente, para lo que se organizarán con los "mínimos" recursos que tienen.
El Municipio recordó que el Distrito Metropolitano de Quito enfrenta una crisis ambiental debido a una de las sequías más severas en los últimos 60 años, exacerbando la frecuencia e intensidad de los incendios forestales, particularmente entre junio y septiembre.
Para 2024, se reportaron aproximadamente 2.000 hectáreas afectadas, impactando ecosistemas cruciales como el herbazal de páramo y el bosque seco.