“No haría lo que hago todos los días si no tuviera esperanza. Soy probablemente el único israelí del mundo ahora mismo con contacto directo con Hamás”, afirmó en una entrevista con EFE desde su casa en Jerusalén, donde se trasladó desde Nueva York con 22 años tras obtener su título universitario en política de Oriente Medio.
Entonces Baskin no vaciló en hacer sus maletas y mudarse a Israel porque consideró que, como judío estadounidense, era su casa. Casi cincuenta años después, su vida sigue en Jerusalén dedicado al activismo político por una convivencia pacífica entre palestinos e israelíes y convertido en una de las pocas voces israelíes que abogan por superar el conflicto.
Su último intento de acercar posturas entre el Gobierno israelí y la organización islamista fue este verano, a petición de los familiares de los secuestrados, para sellar un acuerdo que ponga fin a la guerra en Gaza y permita su regreso, frustrados ante los pocos avances de la delegación gubernamental y los obstáculos de Netanyahu.
Baskin sabe cómo es negociar con Hamás. Fue él quien capitaneó, por iniciativa propia y pese a las reticencias del gobierno de Israel, las negociaciones sobre el conocido secuestro del soldado israelí Guilad Schalit, que pasó cinco años en cautiverio en la Franja.
Culminaron con su liberación en 2011 en un intercambio por mil presos palestinos, entre ellos Yahya Sinwar, líder de Hamás y cerebro de los ataques del 7 de octubre, muerto en combate hace un mes en Rafah.
"Aquella experiencia negociando me mostró que el sistema israelí tiene miedo de hablar directamente con Hamás. Yo les pasaba el teléfono cuando me llamaban algunos de los líderes de Hamás y todos se apartaban. ¿Cómo no vas a negociar con tu enemigo? ¿Son un grupo terrorista? Sí, pero también son un movimiento político, social y religioso. Y por cierto, Israel también comete terrorismo dentro de la Franja", sentencia.
Solo una tregua
En más de trece meses de brutal ofensiva israelí contra la Franja, solo ha habido una semana de tregua que se selló hace justo un año entre Israel y Hamás -mediada por Estados Unidos, Egipto y Catar- durante la cual acordaron un intercambio de 105 rehenes por 240 presos.
El fuego israelí se reavivó siete días después, cuando la tregua saltó por los aires, dando paso a un escenario de meses de bloqueo en la mesa de negociaciones -de la que Catar, interlocutor de Hamás, ha decidido levantarse- en los que Netanyahu, presionado por sus socios de extrema derecha, ha priorizado su ofensiva a la vía diplomática.
"Para Netanyahu, cualquier acuerdo con Hamás es una victoria para Hamás. Su retórica se basa en la guerra total. No puede permitir que en su legado político esté que Hamás haya ganado esta guerra", explica.
La angustia de los familiares de los casi un centenar de rehenes que siguen retenidos en Gaza les llevó a contactar este verano con Baskin, a quien le lanzaron la pregunta de "si podía conseguir algo mejor" hablando directamente con las milicias palestinas.
"He llegado a la conclusión de que los cataríes, egipcios y americanos han estado meses negociando un mal acuerdo que llevaría meses implementarlo, y solo traería de vuelta a algunos rehenes. Podemos sentarnos en una habitación, conversar directamente con Hamás y evitar a todos los mediadores", apunta.
Con la solicitud de los familiares, Baskin se puso manos a la obra y diseñó un acuerdo, tras mantener conversaciones con miembros de Hamás, Yihad Islámica y el equipo negociador israelí. Su propuesta: liberar a todos los rehenes durante tres semanas a cambio de presos palestinos -el número y nombre se divulgaría y acordaría previamente con Israel- y la retirada total del Ejército para el fin de las hostilidades.
"Teníamos el 'sí' de Hamás y Yihad Islámica. Esta información llegó al despacho de Joe Biden y al de Benjamín Netanyahu. Y solo un miembro del equipo de la delegación negociadora de Israel se puso en contacto conmigo, pero nunca me invitaron a una reunión en persona", indica.
Pese a su decepción con el actual Gobierno israelí, que a juicio de Baskin está "destrozando la democracia, la seguridad y la economía", reconoce que los líderes palestinos no han sabido estar a la altura.
"La primera precondición para cambiar nuestra realidad es cambiar a nuestros líderes políticos. Todos en Israel y Palestina deben irse. Ninguno de ellos es capaz de gestionar a su gente", sentencia.
Y también hay algo que este israelí pide a sus ciudadanos para que la paz llegue en el futuro: "pedir perdón a la población palestina".