Este inglés de 36 años y zoólogo de formación que eligió vivir en Edimburgo para estar junto a sus colegas de facultad, explica a EFE en Barcelona que no tiene claro realmente lo que hace que su humor irónico, gestual, extravagante y repleto de animalillos conecte tan bien con los lectores.
Un simple vistazo a sus chistes gráficos (recopilados en 'Amor y alimañas') solventaría esa duda: escenas divertidas sobre inseguridades cotidianas llevadas al extremo, microfábulas de toque surrealista protagonizadas por especies variopintas (palomas, ratas, avestruces, lagartos...) o viñetas descabelladas que combaten con la risa la miseria humana postmoderna.
Todo en estricta gama de blanco y negro y grises, porque no le hace falta más para ir al grano.
McPhail, ganador dos veces del premio Reuben de EE.UU. al mejor autor de humor gráfico, desvela que llegó a la ilustración por los dibujos de animales que garabateaba en clase mientras estudiaba biología, y sorprendido de que la evolución dotase al hombre de sentido del humor y de la posibilidad de reírse de lo absurdo de la existencia.
Un mundo indescifrable al que ahora se suma una nueva certidumbre: la elección de Donald Trump como presidente de EEUU, una coyuntura de la que, a pesar de la distancia oceánica, McPhail no quiere abstraerse.
"Como creador no suelo hacer muchos gags políticos, pero como persona estoy bastante devastado... aunque no sorprendido. De vez en cuando hago algún chiste con trasfondo social, pero supongo que a partir de ahora tendré que hacer alguno más sobre masculinidades tóxicas y cosas así", comenta el autor.
"Trump es una especie de 'medio-dibujo animado' medio-bufón, pero tiene una parte oscura. Por eso, cuando te acercas a él, cuando lo dibujas no lo quieres hacer demasiado suave, demasiado gracioso para no quitarle ese peligro que representa", argumenta McPhail, que insiste en que la política no es su campo de tiro.
No obstante, no hay que bucear mucho en su obra gráfica para encontrar una mirada crítica al papel secundario que algunos hombres dan a las mujeres o sobre cierto racismo recalcitrante.
Aúna el estilo "newyorker" con la voz propia de los ilustradores que trabajan con la revista, en su caso, un "humor con un punto de melancolía y algo de costumbrismo siglo XXI", define el propio dibujante.
McPhail debutó en la novela gráfica con 'In', una premiada y tragicómica historia -de toque autobiográfico- sobre un dibujante con graves problemas para conectar de forma real con las personas que le importan, pero que cuando lo logra, por algún pequeño resquicio, se abre ante él un mundo inexplorado (y en color) desde el punto de vista emocional.
Uno de los elementos que mejor funciona en este trabajo es el juego de miradas entre sus personajes, la forma que tiene de reflejar la gestualidad, a primera vista, apenas esbozada.
El éxito de 'In' le sorprendió y lo achaca a que muchos lectores se vieron reflejados en la dificultad de ser uno mismo ante los demás: "Lo que quería transmitir es que merece la pena hacer el esfuerzo y expresar tu verdadera personalidad. Tus verdaderos sentimientos".
Ahora trabaja en su adaptación al cine con personas de carne y hueso, para la que, de momento, busca director y financiación.
"Si 'In' iba de la necesidad de mostrar la persona real que somos, ahora estoy escribiendo una novela sobre si realmente existe esa persona dentro de cada uno, aunque si veo que me cuesta encontrar las palabra adecuadas tendré que dibujarla", se anticipa resignado.