La ceremonia, celebrada este viernes con la presencia del secretario general adjunto de la ONU de Apoyo a las Actividades sobre el Terreno, Atul Khare, supone culminar la "fase de liquidación" de la misión, con la entrega de la base de Bamako y la repatriación de todo el personal, contingente y equipos civiles internacionales.
La retirada de los militares de la Minusma -que llevaba 10 años en el país africano para garantizar su seguridad ante la amenaza terrorista- finalizó el 31 de diciembre de 2023 a petición de la junta militar en el poder en Mali, tras lo que empezó su liquidación, que inicialmente debía acabar el 31 de diciembre de este año, pero finalmente ha tenido lugar antes.
El ministro Diop indicó durante la ceremonia que la misión "no cumplía los requisitos sobre el terreno" y que, si en su primer año "contribuyó a consolidar el control de las fuerzas malienses en las zonas liberadas de la ocupación terrorista", más adelante mostraron "los límites de su intervención".
Citó como razones que justificarían esto un mandato y reglas de enfrenamiento inadecuados, así como la "instrumentalización, por parte de determinadas potencias, de las cuestiones de derechos humanos", y esto último fue, añadió, "decisivo" en la decisión del gobierno golpista de ponerle fin.
Ahora se trata de aprender las "lecciones y oportunidades para considerar mejor el formato apropiado para la intervención de las Naciones Unidas en Malí", afirmó el ministro, que agradeció a los países que aportaron contingentes a la Minusma.
"El compromiso fue sincero, pero lamentablemente el vehículo para traducirlo en resultados no fue el adecuado", dijo para añadir que "el fin de la presencia de la Minusma no significa el fin de la cooperación entre Malí y las Naciones Unidas, sino todo lo contrario".
La Minusma llevaba diez años en el país africano y fue instaurada en 2013 para garantizar la paz tras un conflicto con las facciones independentistas del norte de Mali -que vuelven a estar ahora en guerra-, así como para mantener la seguridad ante la amenaza yihadista. Ha sido la misión de la ONU más letal, con más de 300 muertos.
Desde que una junta militar golpista llegara al poder en 2020, las autoridades malienses se han ido alejando de occidente y acercando a países como Rusia. Han expulsado a las tres misiones internacionales que había en el país: la Barkhane antiterrorista francesa tras 9 años en el terreno, la Minusma y la EUTM de la UE después de 11 años en Mali entrenando a sus tropas.
Este país de la inestable región del Sahel es escenario de ataques terroristas continuos perpetrados por el Estado Islámico (EI) y la filial local de Al Qaeda, denominada el Grupo de Apoyo al Islam y a los Musulmanes (GAIM), que no han dejado de crecer.
En los últimos meses, reacciones imprecisas e indiscriminadas del Ejército maliense, apoyado por miles de mercenarios del grupo ruso Wagner, han provocado además masacres de civiles que han sido denunciadas por la ONU, entre otras organizaciones.
Según la plataforma 'Armed Conflict Location And Event Data Project' (ACLED), que monitoriza la violencia en el mundo, entre octubre de 2023 y el mismo mes de 2024 murieron 4.548 personas en Mali en actos violentos protagonizados por actores no estatales y otras 2.743 a manos de fuerzas estatales.