Tras la carta de científicos, expertos y exlíderes pidiendo revisar los procesos de estas cumbres para recuperar la eficacia que creen que han perdido, en los plenarios siguen las protestas de activistas para que se ponga fin a los combustibles fósiles y los llamamientos de dirigentes y expertos para que los países desarrollados se involucren más, sobre todo con cantidades que se hagan realidad.
Un tema: Alabada por algunos como solución para sectores difíciles de electrificar, como la industria pesada, pero criticada por los movimientos ecologistas, que argumentan que es "un lavado verde" que roba tiempo y dinero a las soluciones climáticas eficientes, el lobi de la captura y almacenamiento de carbono ha desembarcado con fuerza en la COP29 con hasta 480 defensores de esta tecnología, representando a empresas o grupos de presión, según un análisis difundido hoy por el Centro para el Derecho Ambiental Internacional (CIEL, por sus siglas en inglés). No es un concepto nuevo, pero ha ganado en los últimos años y se está empezando a desplegar a escala industrial en distintas partes del mundo, como Reino Unido o Dinamarca. Sus detractores argumentan que hay que alejarse más rápido de los combustibles fósiles en vez de distraerse escondiendo bajo tierra el CO2, que en todo caso podría volver a escaparse con un terremoto o alguna otra anomalía. Calculan que cuesta 30.000 millones de dólares al año más que una estrategia de mitigación basada en energías renovables, eficiencia energética y electrificación.
Un informe: Un estudio sobre adaptación climática presentado este sábado en la cumbre COP29 por el Comité de las Regiones (CdR) señala que la adaptación es crucial para hacer frente a los estragos del cambio climático y los entes locales y regionales deben estar en el epicentro de la estrategia, para lo que necesitan generar proyectos atractivos para la financiación privada a través de bonos verdes y asociaciones con empresas o fondos de inversión. "Es fundamental adoptar acciones clave para hacer que los proyectos de adaptación sean atractivos para los inversores privados", recoge ese estudio. Abordar la adaptación se revela como una necesidad cada vez más acuciante ante los devastadores y crecientes efectos del cambio climático, como se ha podido comprobar últimamente en inundaciones de una envergadura histórica en Europa central o con el temporal que ha causado más de 200 muertos y miles de millones de euros en daños en Valencia (España).
Una declaración: "Necesitamos infraestructuras que puedan soportar este devastador impacto que sufrimos el año pasado y no podemos hacerlo solos con dinero público, eso es obvio", comenta a EFE el presidente de la Asamblea de Zagreb, Josko Klisovic, mientras que el dirigente de ONU Cambio Climático alerta de que los impactos climáticos ya están destrozando todas las economías del G20, "arruinando vidas, golpeando las cadenas de suministro y los precios de los alimentos y avivando la inflación".
Un personaje: El senador demócrata de Massachusetts, Ed Markey, advirtió de que la victoria de Donald Trump en las elecciones de EE.UU. traerá consecuencias para la cooperación climática internacional, así como para la competitividad de su país en el mercado de las energías limpias. “China tiene un plan”, dijo Markey. “China quiere ser el país dominante del mundo en la fabricación de energías renovables, vehículos eléctricos y tecnologías de baterías, y en exportarlos a todo el planeta”.“Donald Trump no tiene un plan; y si ellos tienen un plan y nosotros no lo tenemos, perderemos”, sentenció.
Una imagen: Cerca de un centenar de activistas se manifestaron hoy de manera casi silenciosa en la COP29 de Bakú, donde formaron una cadena en torno a salas de plenarios con pancartas y tararearon canciones de protesta, para denunciar que la organización de la cumbre les había prohibido hablar, cantar o dar palmas. En el sexto día de la cumbre del clima que hasta el 22 de noviembre aloja la capital de Azerbaiyán, los activistas rodearon las salas de plenarios y sujetaron carteles que rezaban frases como “paguen” o “justicia climática”, exigiendo a los países representados en la COP29 acuerdos ambiciosos para frenar el calentamiento global y financiar la transición en el mundo en desarrollo. "En estos espacios comunes nos han permitido hacer una cadena humana alrededor de la de la conferencia con nuestras consignas, pero a cambio no podíamos hablar ni cantar consignas", explicó a EFE el portavoz de Greenpeace España, Pedro Zorrilla.