Según un alto funcionario de seguridad nacional citado por este medio, Taipéi y Washington coinciden en que fortalecer las capacidades disuasorias de la isla resulta “clave” para prevenir futuras crisis en el estrecho de Taiwán, agregando que Taiwán “permanece firme en su compromiso con la autodefensa”.
“Sin embargo, el equipo de seguridad nacional no ha propuesto ninguna ‘lista’ específica de adquisiciones de armamento, y las conversaciones aún no han comenzado”, aseveró el funcionario isleño.
Estas declaraciones se producen después de que el diario británico Financial Times informara esta semana de que Taipéi está considerando comprar un gran paquete de armas a EE.UU., con el fin de demostrar a la próxima administración estadounidense su intención de reforzar sus capacidades defensivas frente a China.
Este plan de adquisiciones, valorado en unos 15.000 millones de dólares, incluiría 60 cazas F-35, cuatro aviones de alerta temprana E-2D Advanced Hawkeye, diez buques de guerra y unos 400 misiles tierra-aire Patriot, de acuerdo al rotativo.
Preguntado por esta cuestión en sede parlamentaria, el ministro taiwanés de Defensa, Wellington Koo, afirmó el miércoles que Taiwán está abierta a “todas las opciones disponibles” para satisfacer sus necesidades defensivas, pero se abstuvo de citar los sistemas de armamento que podría adquirir de Estados Unidos.
La posible compra de este paquete de armamento ha sido cuestionada por varios expertos en asuntos militares, quienes argumentan que Taiwán debería centrar sus esfuerzos en construir una “fuerza de combate asimétrica”, con múltiples drones, sistemas de misiles y minas antibuque, antes que comprar armamento más tradicional, dadas las enormes asimetrías que existen con China.
Durante el primer mandato de Donald Trump como presidente (2017-2021), el Gobierno de EE.UU. aprobó ventas de armamento a Taiwán por más de 20.000 millones de dólares, incluyendo 66 cazas F-16V, 108 tanques Abrams y 100 sistemas de misiles Harpoon.
Con todo, el mandatario electo de EE.UU. se ha mostrado particularmente crítico con la isla durante su última campaña electoral, afirmando que Taiwán "robó" la industria de semiconductores de Estados Unidos y debería pagar a Washington por su defensa.
En este contexto, el primer ministro taiwanés, Cho Jung-tai, anunció el miércoles la creación de un “grupo de trabajo” para “reforzar la cooperación y el compromiso” con la nueva administración estadounidense, en áreas como economía, defensa, tecnología y relaciones entre los pueblos.
Taiwán, una isla gobernada de forma autónoma desde 1949 y considerada por China como una provincia rebelde, cuenta con una economía fuertemente dependiente de la exportación de productos tecnológicos, especialmente de semiconductores.
EE.UU. es uno de los principales compradores de esos chips y también actúa como el mayor suministrador de armas a Taiwán, a la que podría defender en caso de conflicto con China.