“(Trump) ha mostrado una considerable preocupación por nuestras políticas de chips, pero ya lo hemos evaluado y tenemos un conjunto de contramedidas, por lo que el impacto probablemente no será tan grave como se ha especulado”, aseveró Kuo en sede parlamentaria.
También apuntó que, en caso de victoria electoral de Kamala Harris, “se continuarían” las políticas económicas y comerciales del Partido Demócrata, “lo que implicaría un cambio mínimo para Taiwán”.
Durante esta misma sesión legislativa, el ministro encargado del Consejo Nacional de Desarrollo, Paul Liu, aseguró que un triunfo del candidato republicano tendría un “impacto más significativo para Taiwán”, dada su intención de imponer aranceles adicionales a China y a otros países.
"En términos de controles tecnológicos, esto beneficiaría a Taiwán más de lo que lo perjudicaría. Además de acelerar el movimiento de empresas taiwanesas, Taiwán también podría recibir más pedidos, ya que muchos de los pedidos de China han sido redirigidos (hacia la isla) en los últimos años", manifestó Liu.
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Estas declaraciones tuvieron lugar diez días después de que el expresidente Trump (2017-2021) reiterase sus ataques contra Taiwán, afirmando que la isla “robó” la industria de semiconductores de Estados Unidos y debería pagar a Washington por su defensa, críticas que ya había proferido el pasado julio en una entrevista con Bloomberg Businessweek.
"Taiwán nos robó el negocio de los chips. Quieren que los protejamos y quieren protección, pero no nos pagan dinero por la protección. La mafia te hace pagar dinero", manifestó Trump durante una conversación con un conocido presentador estadounidense, en la que también propuso imponer aranceles a las empresas que, como la taiwanesa TSMC, están construyendo fábricas de semiconductores en Estados Unidos.
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Taiwán, una isla gobernada de forma autónoma desde 1949 y considerada por China como una provincia rebelde, cuenta con una economía fuertemente dependiente de la exportación de productos tecnológicos, especialmente de semiconductores.
EE.UU. es uno de los principales compradores de esos chips y también actúa como el mayor suministrador de armas a Taiwán, a la que podría defender en caso de conflicto con China.